jueves, febrero 10, 2011

CURSO BUDISMO BÁSICO XIII

* Éxtasis: una alegría arrebatadora.

El estado de Éxtasis es, esencialmente, una condición de alegría arrebatadora. Nichiren Daishonin dice: “La dicha es el estado de Éxtasis”. Todos tenemos innumerables deseos y la satisfacción que sentimos cuando se cumplen estos deseos es la experiencia del estado de vida de Éxtasis.

A cada deseo lo acompaña una clase de alegría específica. Por ejemplo, hay deseos primarios como comer y dormir, hay un deseo puramente intelectual, que trasciende el mundo del deseo; existe el deseo de belleza, el deseo espiritual de lograr un estado de vida sublime.
Sin embargo, esta alegría o satisfacción, se desvanece con el paso del tiempo e incluso puede desaparecer abrupta y totalmente. Es efímera y vulnerable a influencias externas. Por tanto, el estado de Éxtasis , no es el estado fundamental de una felicidad auténtica o duradera, sino de una felicidad relativa o temporal.

Pero cuando nos encontramos en este estado, olvidamos la realidad de la vida y queremos creer que esta alegría durará para siempre. Embriagados por el momento que estamos viviendo, creemos que hemos alcanzado lo máximo. Nuestra vida se estanca y, cuando desaparece la que creíamos la causa de nuestra dicha, caemos, frecuentemente, en los estados más bajos.

Desde esta perspectiva, hasta el estado de Infierno es mucho más eficaz porque nos abre los ojos a la realidad de la vida.

El estado de “Éxtasis” también se designa “Cielo”(en japonés ten), y deriva del vocablo sánscrito deva. Esta palabra define el plano donde habitan los seres celestiales, y también se traduce como “deidad”. Originalmente significaba “brillo”, en el sentido de irradiar luz.

En el budismo, este “cielo” no se concibe como un sitio adonde la vida de uno va a parar después de la muerte, sino como un estado que se experimenta en vida, a cada momento. El mundo de los seres celestiales significa el estado de satisfacción que experimentan las personas cuando realizan sus deseos.

De estos Diez Estados, los seis que van desde el Infierno hasta el Éxtasis se denominan “seis senderos”, o “seis mundos inferiores”. Tienen en común que su aparición o desaparición están condicionadas a circunstancias externas. En circunstancias favorables, cuando nuestros deseos se realizan, experimentamos el estado de Éxtasis. En medio de un ambiente sereno, disfrutamos del estado de Humanidad. Cuando, inevitablemente, las condiciones favorables cambian o cesan, a menudo caemos en el estado de Infierno o de los espíritus hambrientos.

Si nos mantenemos en cualquiera de estos seis estados, no podremos manifestar ni experimentar ninguna libertad personal genuina.





CURSO BUDISMO BÁSICO XIV

CURSO BUDISMO BÁSICO XII

* Tranquilidad o Humanidad


Este es un estado de vida calmado, del que podemos cambiar fácilmente hacia los cuatro estados inferiores.

Cuando nos encontramos en este estado de Tranquilidad o Humanidad nos comportamos de forma razonable, y podemos distinguir entre el bien y el mal. Podemos actuar con criterio, según unas normas internas.

Pero mantener esta condición de vida de humanidad es difícil, requiere de esfuerzo, pues el mundo de los seres humanos está ubicado en el medio de la “ladera” de los Diez Estados, de modo que, desde este punto, fácilmente puede desviarse en cualquier sentido, siendo muy vulnerables a las influencias externas.


En la época actual, estamos constantemente bombardeados por estímulos externos que hacen muy difícil no dejarse influenciar y mantener nuestras convicciones. Se podría decir que el estado de Humanidad es el primer paso hacia el dominio de sí mismo. A través de nuestra inteligencia, los humanos podemos ejercer unas influencia, buena o mala, más allá de lo que parece ser nuestros límites naturales. Del estado de nuestra vida depende la calidad de esta influencia, porque no es suficiente el haber nacido humanos para que el estado de Humanidad sea el que predomine en nuestra vida.


Nichiren daishonin caracterizó este mundo como un mundo de calma. “El sabio puede ser llamado humano, pero los insensatos no son más que animales”(Las tres clases de tesoros).


El estado de Humanidad es considerado como el pre requisito para alcanzar la Budeidad, porque quienes están en este estado es muy probable que continúen su práctica budista. Sin embargo esto no quiere decir que no puedan ser dominados por las influencias negativas y caer en los malos caminos.


Adoptando la voz de un hombre no iluminado que busca el Budismo, Nichiren escribió:

“Ahora, yo he obtenido el nacimiento en el reino humano, algo difícil de lograr, y he obtenido el privilegio de escuchar las enseñanzas budistas, que casi nunca se encuentran. De pasar mi vida actual en la ociosidad, entonces, ¿en qué vida futura tendría la posibilidad de liberarme de los sufrimientos del nacimiento y la muerte y alcanzar la Iluminación?”


Nichiren Daishonin nos alienta a que nos dediquemos seriamente a la fe y práctica de sus enseñanzas, que afortunadamente hemos encontrado, para alcanzar una felicidad duradera.





CURSO BUDISMO BÁSICO XIII


SEXO, SEXUALIDAD Y GÉNERO DESDE LA PERSPECTIVA DEL BUDISMO

Material basado en "Sex, Sexuality and Gender" de Win Hunter y John Delnevo, publicado en "UK Express Nº296", revista oficial de la Soka Gakkai Internacional del Reino Unido, Febrero de 1996.


"¡Es machito!", dijo la partera. Pero, ¿qué fue lo que vio la partera para lanzar semejante afirmación? Los genitales del bebé, por supuesto.

Esto de los genitales parece haber sido siempre algo muy importante para los padres, quienes quieren saber si el bebé tiene buena salud, si no nace con algún problema o malformación y, claro, si es hembra o machito. Incluso en el registro obligatorio del nacimiento del niño se requiere justamente ese dato. ¿Qué es? ¿ varón o es mujer?

Y en realidad el dato sobre los genitales no es para nada banal, si tomamos en cuenta que en el futuro tendrá peso sobre ámbitos tan dispares como la carrera profesional, la posible entrada en las fuerzas armadas, la elección de una persona para compartir la vida. Según sea el ámbito cultural y socioeconómico al que este niño pertenezca, ya desde su primer llanto en brazos de la partera se habrá depositado sobre él una gran cantidad de anhelos diferentes sobre cómo este niño se desenvolverá en el futuro y lo que llegará a ser. Es decir que, para muchos de nosotros, la identidad está íntimamente ligada al género sexual.
Las diferentes culturas y sociedades a través de la historia han tratado con el tema de las conductas sexuales de muy diversas maneras, a veces desde la ley, a veces por la costumbre, a veces con sanciones contra aquellos que rompieran los códigos establecidos. Los códigos morales se han transformado y evolucionado, decidiendo siempre lo que puede ser catalogado como "correcto" o "natural" y lo que no lo es, y la gente se ha visto compelida a aceptar unos u otros códigos, quizá para ponerle un sentido a un tema que no deja de ser bastante confuso.
Dentro de los diferentes contextos culturales, el del Budismo resulta sumamente refrescante si pensamos que no propone reglas sobre lo que está bien o lo que está mal, lo que es o no apropiado en relación a la conducta sexual. No existe una lista de lo que debe y no debe hacerse para a aquellos que practican el Budismo de Nichiren Daishonin. Por el contrario, aquí la responsabilidad cae completamente en cada uno de los individuos que practicamos esta filosofía, quienes nos asumimos como responsables de todo lo que nos ocurre en nuestras vidas, incluyendo la forma en que decidimos vivir nuestra sexualidad. El Budismo enseña que debemos tener un respeto fundamental por cada individuo y por la dignidad de la vida en sí misma. No existe ningún mandamiento que nos obligue a renunciar a nada para poder practicar el Budismo, ya que la sabiduría de cómo debemos comportarnos emerge, justamente, de la práctica, cuando cantamos Nam Miojo Rengue Kio, comprendiendo que cada causa que realicemos tendrá un efecto sobre nuestras vidas. Nichiren Daishonin nos dice que todos podemos manifestar la Budeidad tal como somos.

LA DISCRIMINACIÓN

Partiendo de que nadie es incapaz de alcanzar la iluminación, está claro que no existe lugar para la discriminación basada en el género o la tendencia sexual en las enseñanzas budistas. En términos del karma, somos quienes somos por las causas realizadas que nos llevaron a nacer en determinado ámbito cultural, en determinado momento, con las características particulares que afectan nuestra personalidad, habilidades y capacidades físicas y mentales, y también, por supuesto, nuestros genitales. Nichiren Daishonin escribe:

"No debería existir discriminación entre aquellos que propagan los cinco caracteres de Miojo Rengue Kio en el Ultimo Día de la Ley, se trate de hombres o de mujeres. Si no fueran bodhisattvas de la Tierra, no podrían invocar el Daimoku".

Principales Escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 1, p. 93
(La verdadera entidad de la vida).

Nuestra verdadera entidad no tiene forma, pero se manifiesta con las características que nos individualizan

En términos de la visión budista de la eternidad de la vida, hemos nacido en diferentes circunstancias y en diferentes tiempos, a veces como hombres y a veces como mujeres. Nuestra entidad no tiene género, no tiene sexualidad, de hecho, no tiene forma alguna. De cualquier manera, al nacer dentro de una existencia en particular, manifestamos características físicas mentales y emocionales propias, por medio de las cuales nos relacionamos con el resto de la sociedad.

LA INTERACCIÓN

El Budismo enseña que todos y todo se encuentra interrelacionado en el universo. Nuestra lucha, entonces, es encontrar el camino para expresar nuestra individualidad mientras que, al mismo tiempo, vivimos en armonía con el resto de la sociedad, de la cual somos parte integrante. Muchos de nosotros sufrimos al intentar expresar nuestra identidad como individuos dentro de una sociedad en la que existen todo tipo de discriminaciones, la cual muchas veces ataca a aquellos que no se conforman con ciertas "normas". De hecho, los roles sexuales han variado a través de la historia y en las diferentes cultura. La costumbres de que sean las mujeres las que se encarguen de la crianza de los niños, en lugar de los hombres, se ha utilizado muchas veces para delinear ciertas normas. A pesar de que, naturalmente, existen factores biológicos que nos diferencian a unos de otros, lo que es cuestionable es que el factor biológico en sí sea parámetro para definir nuestro rol en la sociedad.

CAMBIO DE ROLES

Los roles suelen cambiar de acuerdo con variaciones socioeconómicas. Por ejemplo, en Gran Bretaña, durante la Primera Guerra Mundial, las mujeres comenzaron a realizar una serie de tareas que tradicionalmente llevaban a cabo los hombres. Este cambio, que le permitió a la mujer asumir mayor responsabilidad social en ausencia de los hombres, resultó crucial en la dinámica posterior de la relación hombre-mujer. Condujo luego a modificaciones más profundas como, por ejemplo, el voto femenino. Los cambios suelen ocurrir a partir de las acciones de aquellos que se niegan a aceptar pasivamente esas normas. Si aquel que se opone resulta o no discriminado, eso depende del clima social que prevalezca en ese momento. Antes de la Primera Guerra Mundial, los hombres y mujeres que luchaban por el voto femenino, eran socialmente condenados; luego, el medio había variado lo suficiente para permitirles el éxito en su lucha.

El grupo que sostiene mayor poder económico es, generalmente, quien mayor influencia ejerce en la definición de las normas sociales. Los mismo ocurre en una simple relación entre dos personas y puede ser ejemplificado también claramente al hacer una descripción de clases sociales en cualquier sociedad. Cuando existe un balance desigual aparecen normas enfermizas que sirven para sostener el abuso de poder. Los roles de "víctima" y "victimario" evolucionan en relaciones que crean una perpetuación del esquema cristalizando a las víctimas en una determinada capa social o grupo humano que se siente demasiado débil para reconocer su propio poder y ejercerlo.

LA AUSENCIA DE MANDAMIENTOS EN EL BUDISMO

En el Budismo no existe el concepto de "pecado". Todas las personas somos igualmente merecedoras de respeto en tanto y en cuanto todos poseemos la Budeidad. Pero recién cuando tomamos una completa responsabilidad sobre nuestra situación podemos usar el inmenso poder de nuestra Budeidad para modificar nuestra situación; entonces, el "victimario" puede modificar su impulso de generar sufrimiento, y la "víctima", por su parte, cambiar su tendencia de ser oprimida. En este sentido, todos somos libres de usar nuestro potencial.

El Budismo carece de una lista de "mandamientos", porque considera que basar la conducta humana en reglas externas puede generar una sensación de temor a una retribución negativa de origen externo, a cargo de un "otro" que decidiría nuestro destino según nuestra respuesta al código de conducta, lo que va en contra de la filosofía de la Causa y el Efecto. En las religiones que tienen este tipo de mandamientos, romper ese código moral equivale a "pecar", y eso genera una sensación de "culpa", concepto al que tampoco se le da una entidad verdadera en el Budismo.
No podemos cambiar nuestras acciones pasadas (la serie de causas-efectos correspondientes ya están grabados), pero podemos reconocer de corazón el daño que hemos causado a la dignidad de nuestra propia vida o de otras, y orar al Gojonzon aceptando plenamente la Ley de Causa y Efecto. Eso ya es Causa de Budeidad. Cada entonación sincera del Daimoku lo es. Y es importante también interiorizar la idea de que no existe fuerza externa que nos castigue, sino retribuciones kármicas de nuestras propias acciones, de las cuales sólo nosotros mismos somos responsables. Somos responsables de todo lo que nos ocurre.

EL RESPETO

Al abrazar la Ley Mística y cantar Nam Miojo Rengue Kio ante el Gojonzon, estamos expresando un profundo respeto hacia la función única que tiene cada existencia en el universo, basados en que toda vida posee la Budeidad inherente, cuyas cualidades son: misericordia, sabiduría, coraje y fuerza vital.

Sobre el balance en una relación, Nichiren Daishonin comparó a marido y mujer con las alas de un ave, que debían moverse armónicamente para poder permitirle al ave volar. Esto significa que ambos integrantes de la pareja deben basar su relación en el respeto mutuo.

DESEOS MUNDANOS Y SEXUALIDAD

El sexo es una fuerza dominante en la vida. Después de todo es el medio de nuestra perpetuación y supervivencia y es en ese aspecto en el que muchas sociedades fundan su concepto de que la procreación es la única función legítima de la sexualidad. Sin embargo, nosotros tenemos notables diferencias con el resto del mundo animal. Por empezar, no respondemos a "estaciones" para la procreación, sino que somos capaces de mantener un sexo activo en cualquier momento, incluso luego de la menopausia femenina. Nuestro cuerpo está cubierto de zonas erógenas y además, expresamos nuestras emociones también a través de la sexualidad.

Si damos una mirada general, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el ser humano no se ha destacado por ser increíblemente diestro en el manejo de su sexualidad. Quizá nos cuesta admitirlo, porque sabemos que algo muy fuerte se esconde detrás de todo eso que involucramos bajo la categoría de "sexo". Todos reconocemos en nuestra propia experiencia aquel momento de nuestra adolescencia en que comenzamos a lidiar con el sexo, donde aun ni siquiera se trataba del temor hacia el otro, hacia el cómo acercarnos hacia nuestro objeto de deseo, sino en el profundo temor hacia nosotros mismos, al percibir esas "fuerzas" que comenzaban a moverse en nuestro interior y con las cuáles no sabíamos qué hacer.

Algunas personas se muestran profundamente contrariadas al conocer las prácticas sexuales de otros, aun cuando estos otros no tengan nada que ver con su vida. ¿Por qué? Después de todo, los gustos de la gente en cuanto a alimentos, decoración, moda, no parecen provocar los mismos sentimientos en los demás, al menos no con el mismo grado de emoción.

El Budismo ve la sexualidad como uno de nuestros deseos mundanos, y sabemos, por la filosofía del Budismo de Nichiren Daishonin que, siempre que uno canta Nam Miojo Rengue Kio, los deseos mundanos son la iluminación. No emite el Budismo juicio alguno sobre las virtudes y defectos de la sexualidad. La sexualidad, para el Budismo, no es ni buena ni mala, simplemente es. El hecho de que la expresión de esta sexualidad se conduzca por un camino positivo o negativo depende únicamente de nuestro estado de vida cuando le damos curso a nuestros deseos (o cuando los reprimimos). Por ejemplo, si nos sentimos atraídos hacia alguien a quien no respetamos realmente, seguramente la relación sexual estará basada en alguno de los estados bajos de la vida, quizá el de Animalidad. En tal caso, nuestro comportamiento será gobernado únicamente por nuestros instintos, sin dejar lugar a la reflexión sobre la consecuencia de nuestra acción. Si, en cambio, cantamos Daimoku para esclarecernos a nosotros mismos sobre el sostener o no una relación, ya estamos inscribiendo esa relación desde el estado de Buda. El resultado podría ser, incluso, que decidamos no tenerla, o que decidamos tenerla y lo hagamos basados en el mutuo respeto. Las personas somos diferentes, y reaccionamos de manera diferente ante circunstancias similares, dependiendo esto de un verdadero cocktail de elementos, en el cual el estado de vida es uno de los más importantes. Es por eso, también, que en el Budismo no podrían existir "mandamientos" o reglas fijas, sin contradecir su propia filosofía. El cantar Daimoku le permite a la persona tomar la decisión correcta para su vida, pero esta decisión puede ser completamente diferente en un caso y otro, aunque desde afuera las circunstancias parezcan las mismas.

LAS ILUSIONES

Naturalmente se vuelve sumamente difícil descubrir si nos estamos dejando guiar por la Budeidad al mantener una relación, o simplemente nos conduce la pasión. Quizá se deba a esto que religiones y sociedades se han encargado de establecer parámetros con los cuales regular una "sexualidad correcta". Claro que podemos comprender que la expresión indiscriminada de la sexualidad no sea, probablemente, una buena base para la creación del valor; pero lo que también debemos saber es que la supresión de nuestros deseos sin examinar su naturaleza puede resultar sumamente destructiva. Es justamente a partir de este encuentro con nuestros deseos mundanos, de cualquier tipo que sean, donde logramos nuestra iluminación.

EL TEMA DEL PODER

Nuestra filosofía nos enseña que, el intentar ser alguien que no somos, nos conduce necesariamente a sentirnos seres inadecuados y faltos de poder, sentimientos negativos que incluso pueden generar problemas de naturaleza sexual. Por ejemplo, una persona que se siente débil e inadecuada, puede maltratar a otros para sentirse poderoso. Se sabe que la violación sexual es algo que se refiere más el ejercicio del poder que a la sexualidad.
El poder sexual también puede ser utilizado de modo "subversivo": Uno de los dos puede usar los deseos sexuales del otro para conseguir algo concreto a cambio. Los que usan el poder sexual de esta manera, sin lugar a dudas se faltan el respeto a sí mismos y a los involucrados.

CREAR VALOR: EL TEMA DE LA MISIÓN

Confundir nuestra identidad atenta contra nuestra misión. Nam Miojo Rengue Kio la Ley universal de la vida, abraza todas las cosas, por lo que es absolutamente natural cantar Daimoku por nuestra sexualidad. La pregunta que necesitamos hacernos ante cada relación sexual es: "¿Crea valor?". Esta pregunta vale tanto para cuando uno está casado, comprometido o se trata de una relación informal.
Los códigos morales vigentes en la sociedad de la que somos parte nos pueden causar dificultades a nivel personal, o no. En términos de Budismo, lo importante es desarrollar sabiduría para comprender el mejor camino por el cual podemos vivir nuestro "rol" y crear valor en la sociedad, más allá de las normas que prevalezcan. Cuando logramos llevar nuestra naturaleza de Buda a todas las áreas de nuestra vida, recién entonces, podemos considerar que nos estamos moviendo con verdadera libertad. Es a través de nuestra práctica que encontraremos el coraje de expresarnos tal cual somos, seamos quienes seamos. Como nos dice Nichiren Daishonin, la relación entre nuestra Budeidad y nuestro cuerpo físico es importante:

"En mi corazón, abracé hasta cierto punto la fe en el Sutra del Loto, pero mi cuerpo, que exteriormente es humano, en su esencia es el de un animal, que en alguna época subsistió a fuerza de comer carne de aves y de peces, y fue concebido con los fluidos de hembra y de varón. Mi espíritu habita en este cuerpo, como la Luna que se refleja en el estanque fangoso o el oro envuelto en un saco mugriento".
Principales Escritos de Nichiren Daishonin, Vol. 1, p. 37
(Carta desde Sado).
Nuestra naturaleza de Buda es nuestra verdadera identidad y se expresa a través de nuestras características físicas y mentales. Es cuando nos sentimos conformes con nuestra identidad que hacemos una buena contribución a la sociedad de la cual somos miembros. Cuando nuestras acciones se basan en una identidad fuerte, podemos crear valor, pero para eso es requisito que nos conozcamos a nosotros mismos sin negar ningún aspecto de nuestra manera de ser.

EL KOSEN-RUFU

El Budismo es profundamente no-juzgador. Al movimiento por el Kosen-rufu se pueden sumar socialistas y conservadores, carnívoros y vegetarianos, heterosexuales y homosexuales; hombres, mujeres y transexuales. Nos basamos en el respeto a la Budeidad inherente del otro, sin fijarnos en opiniones previas que nos lleven a prejuzgar. Lo único que importa realmente es el respeto por la Ley Mística y el respeto por la propia Budeidad. Si uno daña a otro, está faltando el respeto a su propia Budeidad, además de a la del otro. Si uno se daña a sí mismo, también falta el respeto al otro, porque aquél necesita de mí completamente y tal como soy, para que yo pueda cumplir con mi función única en el universo, y que el otro necesita de mí.

¿Existe algo claramente prohibido en Budismo? Nichiren Daishonin nos orienta para que tengamos cuidado con la calumnia hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la Ley Mística. Esto está dicho con espíritu misericordioso, porque la calumnia nos va a causar necesariamente mucho sufrimiento, ya que el que calumnia no respeta la dignidad de la vida. Pero aún si hemos calumniado y sufrimos por esa causa, no estamos "condenados" por la eternidad ni mucho menos. Nichiren Daishonin enseña que, por medio de entonar Daimoku ante el Gojonzon, uno transforma el veneno en medicina. Incluso el responsable de los actos más terribles contra la dignidad de la vida puede cambiar radicalmente a partir de la práctica sincera y transformar su ambiente. La enseñanza del Budismo es una lucha constante para lograr el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. En palabras de Ikeda sensei: "Nada es más digno de respeto que usted mismo, ese es el mensaje del Sutra del Loto".

jueves, febrero 03, 2011

Comentario Inés Bohórquez

Blogger Inés Bohórquez (Ibo) dijo...

Hola, quiero darte infinitas gracias por estos post que tanto me han ayudado y tanto me han hecho estudiar el Budismo...
Estoy en este camino desde hace muy poco tiempo y debo decirte que tu blog es muy bueno siento que eres un guía y te lo agradezco.
He estado leyendo tus post y ese donde te vas a casa de tu tía y trabajas en un puesto de teléfono me dejó motivada a continuar con mis metas, eres una bendición para mi asi que otra vez gracias.
un abrazo NMRK

CURSO BUDISMO BASICO XI

* Ira: la arrogancia de subestimar a los demás.

En este estado, emerge la conciencia del yo, pero es un egoísta, desvirtuando, determinado a ganar a los demás a toda costa, y que percibe todo como una amenaza posible a sí mismo.

Sin embargo, cuando pensamos en alguien en estado de Ira lo primero que nos viene a la mente es una persona colérica, engreída e irascible, justo lo contrario de la naturaleza servil. Cuando algo nos enfada profundamente no dudamos en decir, estoy lleno de ira.

Pero la perversidad de esta condición es tan grande, que alguien en estado de IRa, a primera vista, puede dar la impresión de ser humilde o sumiso.

La Ira es, fundamentalmente, un estado de vida de arrogancia que, en esencia, indica nuestro apego a la suposición ilusoria de que somos mejor que los demás.

La energía del estado de Ira se dirige a sostener y fortalecer esta imagen de superioridad. Para sostener esta imagen ante los demás, el comportamiento externo se vuelve complaciente y oculta los verdaderos sentimientos.

Cuando nos encontramos en el estado de Ira, la imagen que damos a los demás y lo que de verdad llevamos en el corazón coinciden muy poco, pero estamos tan aferrados a la ilusión de que somos superiores que, incluso, llegamos a creérnoslo.

Miramos a través del cristal "distorsionado" de la arrogancia y por eso nos vemos superiores a los demás. Esto nos impide hacer una auto reflexión honesta y perdemos la ocasión de aprender de los demás y la oportunidad de crecer como seres humanos.

Pero en lo más profundo de nuestro corazón sabemos que vivimos una gran mentira, y toda la energía la empleamos para evitar que quede al descubierto nuestra propia identidad.

Sin embargo, la energía, la fuerza vital del estado de Ira podemos utilizarlas para denunciar los actos y situaciones injustas y luchar para que prevalezca la justicia. Aún en este estado podemos crear valor.

Ver CURSO BUDISMO BÁSICO XII




martes, febrero 01, 2011

CURSO BUDISMO BASICO X

* Animalidad: la estupidez de dejarse atrapar por las circunstancias inmediatas.
En "El verdadero objeto de veneración", el Daishonin dice:
"La estupidez es el estado de Animalidad".

De los tres venenos, la Animalidad corresponde a la estupidez.

Cuando vivimos con esta condición de vida, sólo nos regimos por los instintos. No desplegamos la razón, ni la moral, ni la habilidad de tomar decisiones a largo plazo.

"Es propio de las bestias amenazar a los débiles y temer a los más fuertes".

Este es el proceder típico de la lógica del poder. La psicología implícita en este estado es la supervivencia del más fuerte. Podría decirse que la gente así ha perdido su humanidad, aunque pertenezca al género humano.

Y, si bien es cierto, que la barbarie de la guerra y del terrorismo es la manifestación suprema de este estado de Animalidad, no debemos olvidar que en nuestra sociedad cada vez más se impone la norma de que "el pez grande se come al chico".
Nos sorprende leer como los muchachos adolescentes haciendo suyo ese eslogan torturan, con veces irreversibles, a compañeros que consideran más débiles.

En esta época el "mobbing", el"bulling" y la violencia doméstica son manifestaciones cotidianas del estado de Animalidad.

La bestia más peligrosa es la que habita dentro del ser humano.

Dostoievsky escribe: "La gente a veces habla de crueldad bestial, pero cuando lo hace comete una gran injusticia y hasta un insulto para con las bestias; ningún animal podría ser tan cruel como el hombre, tan artísticamente cruel".

Cuando nos comportamos conforme a este estado de Animalidad, la felicidad se nos escapa para siempre ya que basamos nuestra vida en instintos mezquinos, nos convertimos en aduladores de aquellos que consideramos superiores y lo que al final ganamos, es el desprecio.

En vez de avanzar hacia la felicidad, justo nos encaminamos en dirección opuesta, como necios que sólo pueden ver lo que tienen delante de los ojos, y por eso se extravían con tanta facilidad. Pero, luego, lo que sobreviene es un gran dolor.

Ver BUDISMO BASICO XI




LA POSTURA ANTE LA PRACTICA

Se dice que cuando uno avanza en la vida enfrenta dificultades u “obstáculos”; que eso es un proceso natural, así como uno debe soportar mayor resistencia del aire cuando anda más rápido. También se dice que, según el Budismo, cuando no hay obstáculos, no hay avance, de ahí, se dice, que hay que sentir agradecimiento cuando surgen los obstáculos; sin embargo, cada vez que aparecen nos preguntamos, casi invariablemente ¿por qué me pasa esto a mí? ¿ y yo qué hice para merecer esto?

El Budismo, asimismo, nos enseña que enfrentar adversidades nos brinda la posibilidad de pulir nuestra personalidad. Pero hay adversidades y adversidades; sólo cuando nos plantamos de frente a esos reveses que nos toca vivir, podemos analizar seriamente cuánto de lo que nos sucede es producto de la forma en que actuamos en la vida.

Desde el punto de vista de la filosofía budista, todos los fenómenos están regidos por la ley de causa y efecto. En nuestro caso, las causas que generamos son producto de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Por ello, la reflexión sobre nuestro comportamiento, la fuerza de voluntad para corregirlo y las acciones concretas para hacerlo son esenciales dentro del proceso que, dentro de la SGI llamamos “ revolución humana”.

Sólo de esa manera , los obstáculos se convierten en excelentes oportunidades para aprender cómo extraer esa capacidad inherente que el Budismo denomina “estado de Buda”. Podríamos decir que un tema crucial en esta cuestión de enfrentar obstáculos yace en la actitud que se tiene frente a ellos.

Cuando uno avanza resueltamente y ora con la seguridad de “transformar todo en causa de felicidad”, esa actitud, en sí misma, representa la superación del obstáculo e implica nuestro crecimiento como seres humanos. El principal interés del Budismo yace en ese tipo de avance, donde no sólo triunfamos ante las dificultades sino, fundamentalmente, sobre nosotros mismos.

El Daishonin escribe a Kingo : “la vida es como un sueño. Nadie puede saber con certeza si al día siguiente seguirá con vida. Aunque las circunstancias lo lleven a ser un mendigo desgraciado, ni siquiera así deshonre el SUTRA DEL LOTO. No muestre desesperación ni se ande lamentando, ya que esto no va a cambiar las cosas. Tal como escribió en su carta, tiene que actuar y hablar sin el menor asomo de servilismo. Si se humilla para conseguir el favor de los demás, sólo agravará las cosas. Aunque le confisquen sus feudos o lo echen, piense que todo se debe a la función (positiva) de los diez demonios, y encomiéndese a ellas de todo corazón. Si, en lugar de ser exiliado, me hubiera quedado en Kamakura, seguramente me habrían matado en la batalla. De la misma manera, ya que mantenerse al servicio de su amo redundará en su perjuicio, piense que esto responde a un designio de Buda Shakiamuni.” Le hace ver a Kingo que el destierro que sufra, finalmente, había resultado ser un beneficio. Esa es una muestra clara de la capacidad que se produce a través de la práctica budista: la de poder crear valor en cualquier circunstancia.

En la apertura de los ojos se lee: “Por lo que hice, fui condenado al exilio, pero ése es un sufrimiento pequeño, limitado a la existencia actual, y del que no vale la pena lamentarme. En mis futuras existencias, disfrutaré de una inmensa felicidad, y esta certeza basta para hacerme sentir la dicha más profunda.”

Si vemos las dificultades desde un estado elevado de la vida, todas son la base auténtica de nuestro desarrollo personal. quien practica el budismo y sobrelleva los obstáculos pensando: “sino fuera por ellos no habría forma de saber que ésta es la verdadera enseñanza”, llega a corporificar la Ley en su propia vida. Alguien así logra el inmenso estado de vida en el cual todas las dificultades que acaecen pueden ser vistas como “PAZ Y GOCE”, y es natural deleitarse con ella, con el sentimiento reflejado en el pesaje de las enseñanzas de Nichiren Daishonin que dice: “Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él, mayor será su deleite, debido a la fuerzo de su fe.”

Postura se refiere al estado interior de la vida, albergado en lo más profundo del ser. Es lo que decide a qué habremos de consagrar la existencia, cuál será la base fundamental de nuestra vida.

Aunque esa postura sea invisible, se manifiesta siempre en el momento crucial. No sólo eso; en realidad, determina todos los aspectos de la existencia de un individuo, a cada instante del día, todos los días.

En una de sus guias, el presidente Ikeda habló sobre este aspecto utilizando el SUTRA GUIRNALDA DE FLORES, que señala: “El corazón es como un pintor magistral.” Sobre esa idea, destacó: “Como un pintor ilustre, el corazón crea libremente sus representaciones de todas las cosas. Nuestro corazón es el diseñador, el pintor, el escultor, el arquitecto de todo nuestro ser. Lo que cuenta es la actitud básica que yace en nuestro interior, “el instante vital” de nuestra vida. Es la oración y es la esperanza. Lo importante es plasmar en el corazón esa imagen, lo más clara y especifica posible. Ese “retrato” se convierte, en sí mismo, en el diseño de nuestro futuro. La fuerza de la postura nos permite interpretar, con nuestra propia existencia, una espléndida obra maestra de acuerdo con ese diseño. Cuanto más específico y detallado sea el “plano” de nuestro corazón, tanto mejor será. La clave está en seguir pintando vivamente el objetivo que nos hemos trazado en nuestro corazón y en seguir avanzando hacia nuestras metas sin especulaciones.