sábado, diciembre 22, 2007

Historia

Josei Toda y Declaración antinuclear


Josei Toda (1900-58), hizo su histórica declaración de llamado para la abolición de armas nucleares el 8 de septiembre de 1957, sólo siete meses antes de su muerte, en una reunión de 50.000 miembros de la División de Jóvenes de la Soka Gakkai, en el Estadio de Mitsuzawa, Yokohama. Cuando ya su salud se encontraba en franco deterioro, hizo un llamado a los jóvenes presentes para que asumieran el reto de hacer realidad la abolición de las armas nucleares.


Josei Toda Toda emitió esta declaración en plena Guerra Fría entre Oriente y Occidente. Ambos bloques se encontraban frenéticamente involucrados en el desarrollo de armas nucleares y en llevar a cabo explosiones de prueba. Apenas un mes antes, la Unión Soviética había probado con éxito un proyectil balístico intercontinental. Los Estados Unidos habían desarrollado lo que se decía eran bombas de hidrógeno "limpias" que incrementaban al máximo la capacidad destructiva con un mínimo de precipitación radiactiva. Las armas nucleares, capaces de destruir toda forma de vida, lanzaban una sombra oscura y espantosa sobre del destino de toda la humanidad. El mito de la disuasión nuclear tenía como base la visión de que –dada la inminente seguridad de la destrucción mutua en caso de un ataque– las armas nucleares llegarían a significar, por sí mismas, un freno a la guerra.

Toda veía que esa idea era el producto de los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. Lo que sustentaría esa supuesta disuasión nuclear sería que el terror se mantuviera en equilibrio. Esto dio pie al círculo vicioso del que se alimentaba la interminable escalada de la carrera armamentista. Toda sentía que quienes colocaban sus esperanzas en esta idea de la disuasión nuclear estaban entrando en un laberinto diabólico.

Aunque en el Japón estaban surgiendo movimientos que se oponían a las armas nucleares, lo que la inmensa mayoría de las personas opinaba sobre este tipo de armamento respondía a la ideología que sostenía uno u otro de los bandos. Pero la declaración de Toda fue una salida radical a esta manera de pensar. Su posición era que las armas nucleares y su uso, debían condenarse de manera absoluta, no desde un punto de vista ideológico, nacional o étnico sino desde una dimensión universal de la raza humana.

Al condenarlas como "mal absoluto", Toda buscaba enfatizar que detrás de la existencia de las armas nucleares se escondía el aspecto diabólico de la vida humana que busca subyugar, controlar y, finalmente, destruir a los demás. Para Toda, al ser una amenaza contra el derecho a existir que, colectivamente, posee la humanidad, las armas nucleares eran la manifestación misma de esta naturaleza oscura. Sabía incluso que si se lograba la destrucción física de estas armas, el conocimiento de cómo producirlas seguiría vivo. Toda comprendió que no había solución posible al problema de las armas nucleares que no implicara una lucha incesante contra la "maldad" inherente al ser humano, es decir, contra su lado destructivo.

El deseo de Toda era inspirar en la audiencia la certeza de que, dado que la bomba atómica había sido creada por seres humanos, también su abolición tenía que ser lograda por seres humanos. Estaba determinado a sacarlos del temor y la impotencia que sentían ante esta monstruosa amenaza.

Como budista, Toda se oponía con firmeza a la pena de muerte. Es algo que había dejado claro en otras ocasiones. Era de suponer, por lo tanto, que su llamado a que la pena de muerte fuese aplicada a quienes usaran bombas nucleares se infería que causaría un impacto en el público y los despertaría a la naturaleza absolutamente inequívoca de su oposición a las armas nucleares. Su propuesta de la pena de muerte no fue, por lo tanto, una sugerencia simple o literal. Su punto fue que la manera de pensar de quienes usaran tales armas de máxima barbarie jamás podrían ser excusados o perdonados. Con toda seguridad, se requeriría el castigo más severo.

Si el objetivo de Toda hubiese sido satisfecho con, simplemente, etiquetar a las armas nucleares de "diablos", "demonios" o "monstruos", su declaración no habría pasado de ser una abstracción. Sin duda alguna, no habría podido trasmitir adecuadamente su convicción de que el uso de armas nucleares constituía un mal absoluto. El fuerte llamado de Toda para la pena de muerte tuvo como objetivo oponerse a la tendencia dentro de las mentes de las personas a encontrar justificaciones para el uso de bombas nucleares. Deseaba dictar una sentencia de muerte a las tendencias destructivas que yacen dentro de la vida humana. La esperanza de Toda era que el permitir que esta idea penetrara profundamente en los corazones y las mentes de las personas en todo el mundo, podía llegar a servir no sólo como freno interior contra el uso de las armas nucleares, sino también como impulso en pro de la abolición de la guerra.

Con esta declaración, Toda confió a los jóvenes la tarea de hacer que los demás se sintieran inspirados por su convicción, y los animó a que emprendieran diálogos fundamentados en la creencia en el incalculable valor de la vida del ser humano, y en su capacidad para la sabiduría, la valentía y el amor compasivo. Él quería que su audiencia despertara y que –haciendo surgir esas cualidades en los demás– les comunicara el imperativo de tomar acciones orientadas a la abolición nuclear.

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