Una forma en que el budismo explica la vida es mediante el concepto de los "diez mundos".
Éstos, son diez estados o condiciones de vida que experimentamos dentro de nosotros y que se manifiestan en todos los aspectos de nuestra vida.
Todos poseemos el potencial para experimentar los diez estados y, según las circunstancias de nuestra vida, pasamos de un estado a otro. En cada momento cada uno de los diez estados se manifiesta quedando latentes los otros nueve,
Los nombres de los diez estados aparecen en el capítulo 19º del Sutra del Loto, "Los beneficios del Maestro de la Ley" (Hosshi Kudoku).
Sobre la base de lo expuesto en ese capítulo, T'ien-t'ai formuló la doctrina de los diez estados existentes dentro de cada vida: Infierno, Hambre, Animalidad, Ira, Tranquilidad o Humanidad, Éxtasis, Aprendizaje, Comprensión Intuitiva, Bodhisattva y Budeidad.
* El Infierno: un bramido de furia.
El infierno es el estado de sufrimiento y desesperación más atroz. Se refiere a esos momentos en que el intenso sufrimiento interno y la sensación de impotencia son los únicos protagonistas de nuestra vida.
En "El verdadero objeto de veneración", Nichiren Daishonin dice: "La furia es el estado de Infierno". Esta furia corresponde a uno de los tres venenos, que son ira, codicia y estupidez. Esta furia se refiere al estado de vida de alguien que descarga su frustración violentamente en los que tiene a su alrededor, cuando las cosas no salen como él esperaba.
En mayor o menor grado todos hemos vivido en algún momento esta experiencia. A veces nos sentimos atrapados, como si nuestra vida fuese una inmensa trampa, sin posibilidad de huida. Sentimos que no tenemos libertad de acción. Esta frustración nos impulsa a destruirnos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea.
En los niveles más graves, cuando las personas han perdido la capacidad de autocontrol y se sienten capturadas por situaciones extremas como las drogas o la delincuencia, el espacio vital se reduce tanto que sólo pueden percibir la vida como una experiencia dolorosa, pudiendo llegar a la conclusión de que la única salida es la muerte.
Pero, en todos los casos, cuando estamos inmersos en este mundo de dolor y desesperación, no podemos reconocer que la causa real de esta agonía está dentro de nuestra propia vida, negándonos así la posibilidad de transformar y resolver la situación.
Nuestra fuerza vital es tan extremadamente débil que no somos capaces de canalizar toda esa furia que sentimos para transformar las circunstancias, al contrario, las palabras de aliento han perdido para nosotros todo significado, tendemos a pensar que somos los únicos que estamos sufriendo y que nuestra situación no tiene salida.
¡Nadie puede comprendernos!
El estado de Infierno que describe el budismo no se refiere a un conjunto de circunstancias externas o a un ambiente en el cual se halla inmerso el sujeto. Más bien indica una fuerza vital tan debilitada, que el sujeto resulta vapuleado y controlado por su entorno, incapaz de dar un solo paso para liberarse.
Nichiren Daishonin afirma:
"Con respecto a la pregunta de dónde quedan, exactamente, el Infierno y el Buda, un Sutra afirma que el Infierno existe bajo Tierra, y otro Sutra sostiene que el Buda se halla en el Oeste. Pero un examen más cuidadoso revela que ambos existen en nuestro cuerpo de un metro setenta de altura. Y pienso que es así, porque el Infierno se encuentra en nosotros, en el corazón del hombre que, íntimamente, desprecia a sus padres y falta el respeto a su madre ...".
Aún en este estado, podemos despertar a la esperanza, pues dentro del estado de Infierno se hallan los otro nueve estados, incluido el estado de la Budeidad.
Ver CURSO BUDISMO BASICO IX
No hay comentarios:
Publicar un comentario