jueves, diciembre 28, 2006

Experiencia Budista

Volver a Nacer:
Experiencia de la Sra. Cecilia del Villar Soy Cecilia del Villar, tengo tres hijos, Pedro, Pablo y Gonzalo y cuatro hermosos nietos. Ante todo, quiero dar las gracias infinitamente al Gojonzon, por tener el beneficio de contarles mi experiencia y demostrarles con prueba real lo maravilloso que es practicar el Budismo Ortodoxo de Nichiren Daishonin. En el año 1987 mi destino era morir. Así lo dijeron los médicos ya que desahuciada por ellos me enviaron a mi casa, diciéndole a mis padres que no llegaría a diciembre de ese año. Padecía entonces un cáncer generalizado a los huesos. En casa decaía cada día mas, estuve casi un interminable año en cama padeciendo dolores indescriptibles; los brazos se me salían de los hombros, mis rodillas se hinchaban como enormes pelotas de fútbol, los pies parecía que se me caían a pedazos. No era capaz de moverme ni de hacer nada por mí misma, para todo dependía de los demás, principalmente de mi madre, quien se sacrificó todo ese tiempo durmiendo en una colchoneta a los pies de mi cama, para estar presta a acomodarme o masajearme los pies y las piernas, ya que me daban calambres, principalmente en las noches que me mataban de dolor. Sólo tengo infinito agradecimiento para mi madre por haber contado incondicionalmente con ella. El cabello se me cayó, la piel se me puso de un color gris y arrugada como una pasa, llegando a pesar 30 kilos. Como pueden imaginar era una calamidad, mis dolores eran tan intensos que lo único que deseaba cada noche era amanecer muerta, es decir, no amanecer, ya mi sufrimiento pasaba el límite de la tolerancia. Mi hermana Gloria consiguió por escrito cómo rezar el rosario, pues en ese tiempo éramos católicas. Todas las noches me rezaban, pero yo seguía muriendo. Un día me percaté por una conversación que escuché de mi hijo menor Gonzalo, que para ese entonces tenía 9 años, que yo le haría mucha falta, por lo que determiné en ese momento no morir, diciendo: “no pienso morirme, viviré por Gonzalito”; ahora tiene 22 años. Mis hijos mayores, aun cuando eran jóvenes de 20 y 28 años, también me necesitaban. Eran estudiantes universitarios, hoy profesionales. Fue tan fuerte mi determinación que se dieron las condiciones para conocer Nam Miojo Rengue Kio, a través precisamente de mi hijo Gonzalo, ya que fue una secretaria de su colegio quien me transmitió la ley, escribiéndola en un papel, y diciéndome “repite esta frase y pide mejorarte,” La recibí y sin preguntar nada ni qué significaba ni de donde era, me aboqué a repetirla incesantemente. Para mí en ese momento era mi tabla de salvación y la repetía todo el día, horas y horas, lo más fuerte y vigoroso que podía. Mi enfermedad estaba tan avanzada que ya incluso estaba sin medicamentos, solo ingería vitaminas y sales minerales porque comía muy poco. Nunca dejé de entonar Nam Miojo Rengue Kio, aun a veces sintiéndome muy grave, peor de lo que yo estaba, pues me habían enseñado que si eso sucedía tenía que repetirla aun más. Así lo hice y al cabo de un tiempo comencé a comer sola y a hacer mis necesidades sin ayuda y a caminar lentamente. Empezaba, sin saberlo, a ver los resultados que estaba obteniendo con la oración, es decir, estaba obteniendo el beneficio del Gojonzon. Cuando logré hacer esto, sintiendo todavía muchos dolores para sentarme o pararme, empecé a ir al Kaikan, para orar frente al Gojonzon y agradecer infinitamente el poder estar allí. Comencé a hacer la liturgia por mi cuenta con un gran espíritu y deseo de aprender, pero hoy les puedo asegurar que no hay aprendizaje mas verídico y auténtico que el que se experimenta con la propia vida, ya que gracias a las horas que hice Daimoku con el objetivo concreto de volver a desenvolverme como una persona normal y sana, al poco tiempo podía no sólo hacer las cosas cotidianas, sino incluso manejar. Fue en ese momento de mi mejoría, cuando grabé para siempre en mi vida Nam Miojo Rengue Kio adquiriendo una fe férrea, una fe como el agua a prueba de los ocho vientos. Creo y estoy convencida que con Nam Miojo Rengue Kio lo imposible se hace posible, pues tengo la certeza que erradiqué para siempre el cáncer de mi vida. Después de esto, al parecer como secuela del cáncer, quedé enferma de lupus, enfermedad que precisamente atacó mis articulaciones de los hombros, codos y rodillas, siendo estas últimas las más afectadas. Cuando yo ya conocía la medicina principal, y digo principal, porque en esta oportunidad sí estaba tomando medicamentos que me recetó el reumatólogo, oraba firmemente Nam Miojo Rengue Kió con el objeto de ganar esta nueva batalla contra otra enfermedad incurable, y por supuesto, por segunda vez erradiqué de mi vida ese veneno que me aniquilaba, el veneno de la enfermedad. Quiero decirles que todos estos beneficios no los he obtenido mágicamente, han sido el resultado de horas y horas de práctica con una fuerte fe y gran convicción en el Gojonzon. En estos trece años de práctica he tenido muchos beneficios conspicuos (visibles) e inconspicuos (no visibles), he enseñado la oración a muchas personas, teniendo entre mis shakubukus a mi hermana Mirna, que se cuenta entre sus (nuestros) miembros. Este año nuevamente tuve otro gran beneficio relacionado con mi salud; el dos de mayo sufrí un accidente en el que me fracturé totalmente el fémur de mi pierna derecha, desprendiéndola justo sobre mi rodilla. Otra vez a pagar karma, sufriendo dolores que de sólo recordarlos duelen nuevamente. Estuve una hora bajo una fría llovizna esperando que llegara la ambulancia. Luego fui trasladada de urgencia a un servicio asistencial donde me hicieron un hueco con un taladro bajo la rodilla, metieron un alambre para halar el fémur hacia abajo, impidiendo así que se recogiera. El dolor era de tal magnitud que me produjo vómitos, tercianas y me costaba respirar, pero aun así no dejé ni un instante de entonar Nam Miojo Rengue Kio. Lo mismo hacían mis hijos, toda mi familia, amigos de la Soka, mi hermana Mima y muchos de ustedes, a quienes desde lo mas profundo de mi corazón les doy gracias personalmente. Me hospitalizaron de inmediato con la orden de operar, pero tendría que esperar pabellón una semana, lo que pondría a riesgo el conservar mi pierna. Ante esto, yo solo quería una operación de urgencia y me puse a orar firmemente pidiendo al Gojonzon se dieran las condiciones para que así fuera y lo hiciera el mejor médico, un especialista en rodilla. Oré con ese objetivo y con la firme determinación esta vez como media hora, ya que en ese momento llegó mi hijo Pedro diciéndome: “Mamita, venimos a buscarte porque un traumatólogo especialista en rodillas te operará de urgencia en el Hospital de la Fuerza Aérea.” El médico era amigo de mi hijo Pablo, ahí estaba la respuesta a mi oración, extendiéndose el beneficio, ya que me operó sin cobrar sus honorarios ni el de su equipo de seis médicos, cancelándose solamente la estadía en el hospital. De nuevo doy gracias al Gojonzon por haber salvado mi pierna, pues las necesito para el Kosen-rufu. Al cuarto día me dieron de alta y el médico me dijo que más o menos en ocho meses estaría recuperada. Yo le dije “no doctor, en dos meses estaré sana,” ya que sabía que entonando Nam Miojo Rengue Kio lograría este objetivo. El médico me dijo “si me está desafiando venga en dos meses para tomarle una radiografía para ver cómo sigue.” Cuando al cabo de dos meses fui a visitarlo su asombro fue mayúsculo, pues el hueso estaba totalmente soldado y sin osteoporosis. Para lograr este nuevo objetivo entone Daimoku cuarto horas diarias durante los dos meses. Quiero decirles que en todo este tiempo he cumplido, o por lo menos he hecho el esfuerzo para cumplir, con los tres pilares que son: fe, práctica y estudio. Desde 1982 está el Gojonzon en mi hogar y doy las infinitas gracias porque ha llegado a mi vida en esta era de Mapeo para cambiar mi destino. Quiero terminar esta experiencia recordando parte del Gosho que me ha inspirado siempre en mi lucha por la transformación de mis karmas negativos y hacer revolución humana: “Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar, el sufrimiento y la alegría son parte de la vida, pase lo que pase, siempre entone Nam Miojo Rengue Kio.” De los archivos de: Celia Prades Digitalización y formateo de textos: Luis del Alcázar

domingo, diciembre 10, 2006

Superando el stress

Contraer matrimonio figura entre los siete eventos que más crean tensión y se
encuentra ubicado en la lista entre el stress causado por una herida o una
enfermedad y el causado por perder un trabajo.

Por Daisaku Ikeda

Vivimos una era plagada de stress. La sociedad humana en todas partes
experimenta rápidos cambios y el ritmo de estos cambios parece ir en aumento.
Los cambios y la incertidumbre son siempre fuentes de stress. Al mismo tiempo,
la sociedad es cada vez más competitiva, hasta los niños sienten la necesidad de
competir por sus calificaciones en las escuelas. Y mientras las sociedades
cambian, también se debilita un factor de suma importancia para la estabilidad
de los individuos: las relaciones humanas.

Un psicólogo norteamericano realizó, en cierta oportunidad, un recuento de los
acontecimientos que más causan stress en la vida. Encabezando la escala estaba
la muerte de la pareja, y a continuación, el divorcio, la separación y el
arresto. Hasta los incidentes felices pueden ser fuente de stress. Contraer
matrimonio figura entre los siete eventos que más crean tensión y se encuentra
ubicado en la lista entre el stress causado por una herida o una enfermedad y el
causado por perder un trabajo.

El stress también es causa de enfermedades. Los desórdenes cutáneos, las
alergias, el asma, las úlceras y el cáncer han sido relacionados con él.

Esto muestra la conexión existente entre la mente y el cuerpo. Se sabe que el
stress baja la resistencia corporal, y nos hace más vulnerables a diversas
aflicciones. Por otra parte, en ocasiones, la respuesta de una persona al stress
como por ejemplo, el comer o beber demasiado, puede ser tan dañina como el
stress mismo.

Con frecuencia las cualidades positivas de una persona, tales como el sentido de
responsabilidad o la búsqueda de la perfección pueden, en realidad, incrementar
el stress que experimenta un individuo. Quienes están muy preocupados sobre cómo
los ven los demás y sobre lo que los demás piensan de ellos, terminan también
creando gran cantidad de innecesario stress y preocupación en su vida.

Lo vital es ser auténtico con uno mismo y no siempre compararse con los demás.
Cada uno de nosotros es la estrella de su propia historia y la mejor manera en
que podemos vivir es que tomemos nuestras propias decisiones y seamos fieles a
nuestras propias convicciones. Cada uno de nosotros debe sentirse libre de ser
lo que es. Las personas que no son capaces de expresar sus propias opiniones y
sentimientos terminan siendo muy vulnerables al stress.

La inseguridad y la ansiedad, más que el hecho de tener muchas actividades que
realizar, son factores que destruyen la salud física y mental.

Se dice que una máquina no se daña como consecuencia del uso continuo; por el
contrario, es la fricción constante lo que produce el desgaste. Las
preocupaciones y el stress son las "fricciones" de la vida humana.

Hace algunos años, conocí al doctor Anthony Marsella de la Universidad de
Hawaii. Entre las ideas que el doctor Marsella propone para combatir el stress
están: una vida diaria bien regulada, el pensamiento positivo y constructivo, el
no posponer lo que necesite atención inmediata, el tomarse tiempo para orar,
meditar o reflexionar sobre sí mismo, la buena alimentación, el hacer
ejercicios, el dormir adecuadamente y la comunicación con los miembros de la
comunidad.

Esto me recordó algo que leí sobre un pueblo llamado Roseto, del Estado de
Pennsylvania, en los Estados Unidos, en el que se había presentado un caso poco
usual de baja tasa de enfermedades cardíacas, las cuales, por lo general, son
relacionadas con el stress. Roseto fue fundada por inmigrantes italianos y la
mayor parte de sus pobladores eran grandes aficionados a la comida. Su dieta
incluía mucha grasa y carne y muchos de ellos eran, también, fumadores. Los
investigadores trataron de averiguar el porqué de que estas personas se
mantuvieran tan saludables.

Ellos descubrieron que el pueblo entero era como una feliz y gran familia, unida
por un espíritu de preocupación de los unos por los otros y de profunda
interacción personal entre los vecinos. Había muchas oportunidades para que la
gente se comunicara y para que cada uno disfrutara de la compañía de los demás.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo, los lazos entre los individuos y la
comunidad se fueron rompiendo. Como resultado, aunque la dieta seguía siendo la
misma, la tasa de enfermedades cardíacas comenzó a subir gradualmente hasta
alcanzar el promedio normal de los Estados Unidos.

Tener un buen amigo, alguien con quien poder hablar sobre cualquier tema y
compartir nuestros altibajos con plena confianza y apertura, nos permite
recuperar la sensación de equilibrio, de que estamos bien. El buen humor y la
risa son también maneras importantes de aliviar la tensión.

Remedios simples como dormir, alimentarse bien, tomar un baño tibio o hacer
ejercicios ligeros también pueden ayudar. El secreto es usar nuestro tiempo con
sabiduría y encontrar el modo de darnos a nosotros mismos un refrescante cambio
de ritmo. Todos deberíamos asegurarnos de tener cada día un tiempo para
descansar, escuchar música o caminar al aire libre, lo que más nos convenga, aun
cuando sea por diez o quince minutos.

Cuando nos encontramos ante una situación tensa, es fácil caer en la tendencia a
sentir compasión por uno mismo y a imaginarnos que no existe nadie más infeliz
que nosotros.

Resulta frecuente que cuando las personas están luchando en contra de una fuerte
tensión y ansiedad tiendan a aislarse y a revolverse en su propio sufrimiento.
En cierta oportunidad un médico me dijo que uno de los tratamientos que se
aplica en estos casos es reunir a un grupo de personas que estén confrontando
este tipo de situación y guiarlos para que pongan su energía en la búsqueda del
modo de ayudarse los unos a los otros. Al parecer, este tipo de terapia de grupo
es muy efectiva.

De igual modo, cuando logramos romper con nuestro aislamiento y tomar acción en
pro de los demás, es cuando podemos hacer fluir nuevas fuentes de esperanza y
vitalidad desde adentro.

Así, por extraño que parezca, el sólo relajarse y no hacer nada puede que no sea
la mejor vía para liberar la tensión. A veces ocurre que el encontrar un nuevo
interés, algo a lo que realmente le queremos dedicar nuestros esfuerzos, puede
convertirse en el remedio más efectivo para aliviar la tensión.

Por fortuna, la vida está dotada por naturaleza de la capacidad para convertir
hasta lo más negativo en algo positivo. Con el stress, la clave está en si lo
usamos como un viento a favor que, bajo nuestras alas, impulse nuestro ascenso
hacia los cielos, o si nos permitimos ser arrastrados por él. Todos tenemos la
capacidad para decidir esto. Creo firmemente que, como lo enseña el budismo,
nuestra vida, en su nivel más profundo, toma la forma de nuestra resolución
interior, de nuestro estado mental.

Un avión no puede volar sin la resistencia que le pone el mismo aire que
propicia su ascenso.

Del mismo modo, si no tenemos resistencia en nuestra vida, si no tenemos
problemas ante los cuales retarnos, podemos perder el enfoque y el sentido de
dirección. Todo depende de que podamos hacer buen uso del viento.

Mientras estemos vivos, siempre habrá algo de tensión en nuestras vidas. Lo
importante es aprender a manejar esa tensión y usarla como un impulso hacia el
crecimiento, para así ampliar nuestros horizontes y encontrar mayor felicidad.