domingo, junio 05, 2011

Diseñador gráfico sobre ruedas

Shohei Yasuda, Japón

"Desde que me hice miembro de la Soka Gakkai, hace diez años, mi actitud hacia la vida ha cambiado totalmente", dice Shohei Yasuda, a quien aquejó un debilitante tumor cerebral veinte años atrás. Shohei, de 40 años de edad, un líder de los jóvenes de la Soka Gakkai en su organización local, habla acerca de la manera en que transformó su vida interior y sus circunstancias externas.

Habiendo competido en el Campeonato Nacional de Kendo en mi época de estudiante de segunda enseñanza básica, siempre había confiado mucho en mi fuerza y en mi capacidad atlética. A los 19 años me trasladé a Tokio, desde mi hogar en la prefectura de Akita, para estudiar en una escuela vocacional de diseño. Fue por entonces que empecé a notar que algo en mi salud no estaba muy bien.

Comencé a andar a tropezones sin una razón aparente y también experimentaba un agotamiento extremo. Después de algunas pruebas, me diagnosticaron un tumor cerebral. Pasé por dos cirugías de 20 horas. Aunque los tumores fueron removidos con éxito, me quedó un desorden en la función motora por debajo de las rodillas en ambas piernas.

Después de dos años de rigurosa rehabilitación, finalmente volví a mi vida diaria –pero en una silla de ruedas. Atravesé momentos muy difíciles y con frecuencia me sentía amargado. Pero gracias a mis compañeros de clase de la escuela de diseño que siempre estaban alentándome y apoyándome, de alguna manera pude perseverar. Una de esos compañeros era Emiko (39) (en la actualidad líder de la División de Damas de la Soka Gakkai), con quien me casé en 1994 a los 27 años.


Yo sabía que su familia había ingresado a la Soka Gakkai poco después de que Emiko naciera, y que ella se dedicaba a su práctica del budismo y, a pesar de eso, quedé muy sorprendido al verla traer consigo su altar budista cuando se mudó para vivir conmigo en mi tierra natal en la prefectura de Akita, adonde yo había retornado luego de mi graduación. Poco a poco, sin embargo, comencé a respetar su fe y pude profundizar mi comprensión del budismo. Ella me llevó a ver un vídeo de una reunión de responsables de la Soka Gakkai, donde el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, estaba ofreciendo un discurso. Quedé profundamente conmovido por su calidez y amor compasivo. Empecé a sentir que había algo muy peculiar en esta religión.

Mirando retrospectivamente, ahora recuerdo que atravesando todavía una profunda desesperanza debido a mi condición, sentí un abrumador deseo por descubrir una esperanza genuina y vivir basado en ella, y el aliento del presidente Ikeda y mi interacción directa con los miembros de la Soka Gakkai fueron los factores que se convirtieron en la fuente de esa esperanza. Todo lo referente al budismo de Nichiren y a la Soka Gakkai caló profundamente en mi corazón. "Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido de un león. Por lo tanto, ¿qué enfermedad puede ser un obstáculo?". Este pasaje de una de las cartas de aliento de Nichiren a un creyente me sacudió como un rayo. De este fragmento aprendí que practicando el budismo uno puede lograr un estado de vida de absoluta felicidad y mantenerse firme sin ser afectado por las circunstancias externas. Sorprendido, pensé, "Tal vez yo también pueda vivir de esa manera". Comencé a creer que mi vida poseía un potencial inmenso que tenía que revelar.

Pero cuando me sentía más realista, me decía a mi mismo, "No. No es posible". Para ser honesto, lo único que a mí me preocupaba era si, realmente, podría recitar el Sutra del loto todas las mañanas y tardes. Mientras más pensaba acerca de probar la práctica, menos confianza tenía. Pero también me daba cuenta de que sólo estaba poniendo excusas para no hacerlo. Parecía que me faltaba el coraje para abrazar esta práctica con la que podía crear y realizar mis sueños. Le estaba poniendo limitaciones a mi vida.

Ahora me avergüenza hablar de esto, pero, en realidad, ni siquiera podía decirme a mí mismo que me gustaría probar la práctica. Más bien, esperé a que mi esposa me lo preguntara, y entonces, desempeñé el papel del esposo poco dispuesto para abrazar la fe, que había sido atemorizado para que lo hiciera. Fue al tercer año de nuestro matrimonio. Si bien el paso que di fue uno pequeño, el cambio que experimenté fue dramático. De pronto me encontré sintiendo, "¡Quiero ser un diseñador que pueda transmitir mi mensaje al mundo!". "¡Quiero crear diseños que conmuevan a la gente!".

Hasta entonces, pensaba en mi trabajo simplemente como un medio para ganarme la vida. Después de comenzar a practicar el budismo de Nichiren, mi trabajo se convirtió en algo mucho más significativo. Empecé a aspirar a un sueño diferente. Fue como si una vela se encendiera de improviso dentro de mi vida. Con la convicción de "ninguna oración quedará sin respuesta", me esforcé al máximo incluso en los proyectos más pequeños.

Eventualmente, conocí a un diseñador de mayor categoría que trabajaba en Tokio que me confió un proyecto para una empresa importante. Esto se convirtió en un gran avance para mi carrera. Después de eso, recibí varias ofertas para proyectos mayores que marcaron significativos hitos en mi trabajo. Nuevos lugares se estaban abriendo en mi vida, pero la expectación tuvo corta duración.

Mi esposa, quien no había podido adaptarse al duro clima del norte, se debilitaba cada vez más. Yo estaba indeciso entre mi preocupación por su salud, que significaba que tenía que trasladarme a un área más cálida, y mi floreciente carrera. Para entonces, con mi práctica budista, yo era una persona más fuerte y más positiva. Determiné orar y buscar una solución para ambos problemas y entoné con el "rugido de un león". Finalmente, tomé la decisión de abandonar mi hogar en el norte del Japón. Con el apoyo de mi familia y mis amigos, nos mudamos a la tierra natal de mi esposa, la ciudad de Matsudo, en la prefectura de Chiba, donde el clima es más cálido.

Ahora comprendo que el tener una filosofía sana hizo una gran diferencia cuando tuve que tomar la decisión "correcta" en una encrucijada fundamental de mi vida. Hay demasiadas personas que evitan tomar decisiones importantes y sólo dejan que la vida las lleve por donde ella quiera. Cambiar la dirección en la vida, sin embargo, conlleva nuevos desafíos. Siendo discapacitado, yo siempre estaba batallando con la ansiedad de saber si podría encontrar un nuevo trabajo. Para mi sorpresa, las cosas resultaron más fáciles de lo que yo había previsto. Aseguré un trabajo en una empresa de diseños, en un ambiente acondicionado para discapacitados. Las condiciones eran magníficas. La empresa incluso dispuso un espacio de parqueo privado para mí.

Cinco años han transcurrido desde que nos mudamos a Chiba. Cada uno de los días en el trabajo ha sido una serie de pruebas y tribulaciones, pero asimismo de victorias. Mi esposa también es diseñadora y, juntos, hemos llorado, hemos reído y nos hemos regocijado. Nuestra vida ha transcurrido como montados en una gran montaña rusa. Ahora, después de cinco años de practicar el budismo de Nichiren, siento que mis horizontes se han expandido y que he desarrollado una perspectiva más elevada y más profunda en la vida que, creo, se refleja en mi trabajo.

En enero de 2005, di otro valiente paso y lancé mi propia empresa de diseño. He sido beneficiado con estimulantes proyectos, tales como el de crear una página web oficial para un museo de arte. La Comisión de Turismo de Shizuoka me concedió un premio por la página web que diseñé para unas instalaciones de recreo. A través de mi trabajo, he transmitido mi mensaje a muchas personas –lo que ha sido mi más profunda ambición. Todo esto se debe a que pude cultivar mi propia vida, por lo cual estoy profundamente agradecido.

El año pasado marcó mi segunda década como persona con disfunción motora y el décimo aniversario de mi ingreso a la Soka Gakkai. Tal vez físicamente pueda ser considerado un discapacitado, pero en mi corazón ¡soy más libre que cualquiera! Junto con mi esposa, estoy decidido a desarrollarme aún más y a vivir mi vida en compañía de mis amigos miembros de la SGI y mi mentor, quien me enseñó a poner en práctica el budismo de Nichiren.

[Adaptado de una experiencia que apareció publicada en la edición del 6 de septiembre de 2006 del periódico Seikyo Shimbun, Soka Gakkai, Japón]

Daimoku

Esta grabación la realicé hace un par de meses en la asamblea de Jóvenes realizada en Zaragoza, España. El dispositivo era de baja calidad, vamos un móvil, pero luego al editar pude aumentar un poco el volúmen.

Gracias

Hola a tod@s, quiero dar las gracias por vuestro apoyo y participación en este blog.
También quisiera dar las gracias por ayudar a mantener el blog con vuestro apoyo a la publicidad que hay en el mismo.
Sinceramente me habéis ayudado muchísimo; Muchísimas Gracias.
Un Saludo.

Atte: Darpo

CURSO BUDISMO BÁSICO XIV

* Aprendizaje y Comprensión Intuitiva

En el estado de Aprendizaje, buscamos la verdad mediante las enseñanzas o experiencias de otros, mientras que, en el estado de Comprensión Intuitiva, buscamos la verdad mediante nuestra propia percepción directa del mundo.

Estos dos estados son también conocidos como los dos vehículos. El estado de Éxtasis y los estados de Aprendizaje y de Comprensión Intuitiva tienen algo en común, y es que ambos, indican logros espirituales, pero las personas de los dos vehículos, poseen un estado de vida más elevado, no consideran la condición alcanzada como una meta absoluta. No se apegan a eso que lograron. En el estado de Éxtasis consideramos ese momento de dicha como un logro final, pero cuando transitamos por los estados de Aprendizaje o Comprensión Intuitiva lo consideramos como un "paso intermedio" en nuestra búsqueda de la felicidad permanente de la Budeidad. En este estado percibimos la insustancialidad y el origen dependiente que opera dentro de todos los fenómenos y que todas y cada una de las cosas existen mediante la interacción temporal de causas internas y relaciones.
A esto se le llama "fusión temporal entre la causa interna y la relación". Esto, podemos observarlo fácilmente en nosotros mismos: los rasgos que creemos que constituyen nuestro "yo", en realidad, no son más que un aspecto temporal que adoptamos. Nadie puede evitar los cambios. El que hoy es sano, en algún momento puede enfermar, y por cierto, va a morir. El joven envejece en un abrir y cerrar de ojos. En realidad el que éramos hace diez años no es el mismo que existe hoy.
El "yo" inmutable no existe. El budismo enseña que uno debe descartar el apego al yo, pero esto no significa no poseer el yo. El concepto refleja el punto de vista según el cual el yo está sujeto a cambios perpetuos, y nunca se presenta como algo fijo. Esta posición considera al yo como una entidad básicamente insustancial o vacía.

Pero cuando estemos en los estados que van del Infierno hasta el Éxtasis suponemos que el yo es invariable y desarrollamos apego a él y a sus posesiones.

En otras palabras, percibimos que todas las cosas tienen "sustancia". Esto nos lleva a creer que tanto el sufrimiento como la dicha son para siempre.

En cambio, cuando estamos en los estados de Aprendizaje y Comprensión Intuitiva podemos intuir la naturaleza esencialmente "vacía" de todos los fenómenos; es decir, comprender la verdad de la insubstancialidad. Esta percepción de la realidad de las cosas es una gran aliada, tanto para no perder la esperanza en los momentos difíciles, como para no descuidarnos y dormirnos cuando los vientos nos son favorables.

También en este estado, podemos sentirnos tan embelesados con nuestros progresos que descuidemos descubrir nuestro verdadero potencial: los estados de Bodhisattva y Budeidad e incluso mirar a las personas de los seis estados con cierto desdén.

Nichiren Daishonin expone en el Gosho la Apertura de lo Ojos:

"Los seguidores devotos de las enseñanzas no budistas [...] remontándose a los mundos de la forma y de lo informe, creen que han llegado al nirvana cuando alcanzan el nivel más elevado de los cielos. Pero aunque se abren paso hacia arriba, trabajosamente, como un gusano, caen desde el cielo donde no hay pensamiento ni no-pensamiento sólo para descender hasta los tres malos caminos. Ni uno solo de ellos logra permanecer en el nivel de los cielos..."

sábado, junio 04, 2011

Oscuridad Fundamental

Existe algo en todas las personas que nos hace querer usar la vida o las vidas de los
demás para  alcanzar nuestros propósitos. Cuando nos sentimos así, no podemos valorar
a las otras personas tal como son, sino solo en cuanto a que encajan en nuestros
esquemas. Esta aptitud para valorar la vida en sí misma, toda la vida, ya sea que nos
concierna o no, o que nos sea útil para algo; es a lo que se refiere el término
Oscuridad Fundamental.

Podemos pensar que estamos dominados por la oscuridad fundamental si nos queremos a
nosotros mismos y odiamos o somos indiferentes ante los demás.
Pero la cosa va más allá. Cuando no queremos al mundo, tampoco podemos querernos a
nosotros mismos. Cuando no somos capaces de respetarnos, no podemos respetar al resto
del mundo. Esta ilusa percepción de nosotros y los demás es la oscuridad fundamental.
Es la ignorancia de la verdadera naturaleza de la vida. Sumergidos en este engaño, no
podemos manifestar nuestra naturaleza de Buda.

Nuestra ignorancia proviene de la creencia errada de que nuestras vidas son
entidades separadas; que la vida es más mecánica que holística. Es de esperarse que
se perciba la vida de manera mecánica ya que, hasta hace poco, varias ramas de la
ciencia han hecho énfasis en este enfoque. Sin embargo, la oscuridad fundamental es inherente a toda la vida a pesar de las teorías científicas.Ésta (la oscuridad fundamental) se pone de manifiesto en el énfasis que ponemos en nuestro ego, nuestros pensamientos de “yo”, “lo mío”, “mi beneficio”, “mi progreso”. Como resalta el presidente Ikeda: Según el concepto budista del principio dependiente, todas las entidades de vida existen debido a las relaciones mutuamente interdependientes, y sin otras entidades de vida nuestra propia vida no existiría. Por lo tanto... si uno basa sus acciones sólo en pensamientos de “yo”, “lo mío”, “mi beneficio”, “mi progreso”, va en contra de la Ley fundamental de la vida. Tal comportamiento no solo tiene un efecto adverso sobre las personas de nuestro medio, sino que también produce resultados negativos para nosotros mismos. El Budismo considera al ego desde una perspectiva muy diferente a la mayoría de las religiones occidentales. Aquí en occidente tendemos a pensar en términos de “debo” y “no debo”, lo cual nos lleva asentir que estamos siendo “desobedientes” si ignoramos la autoridad que generalmente esta conferida o adjudicada a Dios. Contrario a esto, el Budismo de Nichiren Daishonin enseña que hacer énfasis en pensamientos y acciones egocéntricas, es alejarse cada vez más del sentido de integridad que es la verdadera naturaleza de la vida. Sentir esta integridad, le proporciona a nuestras vidas felicidad y un sentido de bienestar. Debido a que vivimos en una época más materialista que nunca, que tiende a incitar un acercamiento hambriento y codicioso hacia la vida, podremos darnos cuenta de que aún intentando tener pensamientos que no son del tipo “yo” y “lo mío”, parecemos desafiar las normas de la sociedad. Evidentemente, la influencia de nuestra oscuridad fundamental colectiva está siempre presente y frecuentemente nos domina. Salir del hechizo de “yo” y “lo mío” es difícil, pero es crucial para nuestro bienestar. A lo largo de este siglo los físicos y poco a poco los científicos en otros campos, han empezado a ver y a enseñar la interrelación de la vida. Tal como escribió el físico teórico Fritjof Capra en El Tao de la Física: Yo creo que el enfoque del mundo, sugerido por la física, no es consecuente con nuestra sociedad actual, lo cual no refleja la interrelación armoniosa que observamos en la naturaleza. Para lograr tal estado de equilibrio dinámico, se necesitará una estructura económica y social radicalmente diferente: una revolución cultural en el verdadero sentido de la palabra. La supervivencia de toda nuestra civilización puede depender de si podemos llevar a cabo este cambio. Desde que Capra escribió esto, muchos de nosotros, individualmente o en grupos, hemos, por lo menos, llegado a entender algo sobre la interrelación de la vida. Sin embargo, todavía hay mucho camino por recorrer si vamos a tener una verdadera “revolución cultural” basada en este concepto. Esta parece ser una de nuestras tareas más urgentes. Un entendimiento teórico de la interrelación es apenas el comienzo. Uno podría decir que el objetivo de nuestra práctica es vivir basados en este entendimiento. Queremos sentir todo el tiempo la interrelación de la vida. Estoy segura de que logramos este sentido de integridad a través de nuestra práctica budista para uno y para los demás. La práctica para nosotros no significa hacer énfasis en el “yo” y “lo mío” sino más bien despertar el deseo del bienestar para otros al igual que para nosotros. Es difícil llevar a cabo esta transformación. Aún así, debido a que es difícil, las recompensas son inmensas. Al esforzarnos por llegar a sentir esta totalidad nos estamos forjando a nosotros mismos. Como resultado, nuestra capacidad para influenciar al bienestar de los demás tendrá mucho más peso que la prisa desmesurada de la sociedad hacia la cultura del “yo” y “lo mío”. Respetar esto como la meta de nuestra práctica y trabajar para alcanzarlo a través de ella, es la clave para transformar nuestra oscuridad fundamental. Por Barbara Cahill Seikyo Criollo, Feb, 1999