miércoles, noviembre 07, 2007

El general Tigre de Piedra


El siguiente material ha sido extraído de Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, págs. 229 a 232.

En el vigésimo segundo día de este mes, recibí todo lo que usted me envió desde Shinano: tres kan1 de monedas, un saco de arroz descascarillado, cincuenta tortas de arroz, un recipiente grande y otro chico de sake, cinco fardos de caquis secos y diez granadas, así como la lista que acompañaba las ofrendas.

Un soberano es respaldado por su pueblo, y éste, a su vez, vive bajo la protección de aquel. Las ropas nos protegen del frío, y el alimento nos nutre, así como el aceite mantiene ardiendo una lámpara, y el agua resguarda a los peces. Las aves anidan en lo alto de los árboles, por temor a que los hombres las cacen, pero bajan a comer y allí quedan capturadas en las trampas. Los peces que viven en el fondo de los estanques temen que estos sean demasiado poco profundos y cavan fosos para ocultarse. Pero, tentados por el cebo, muerden el anzuelo. De todos los tesoros que el hombre posee, ninguno es tan valioso como el alimento y la bebida, las ropas y los medicamentos.

Yo, Nichiren, no tengo tan buena salud como otros y, además, habito en este bosque de montaña. Este año fue especialmente difícil; hubo epidemias muy extensas y hambru-nas en la primavera y el verano, que se agravaron en otoño y en invierno. Mi enfermedad también empeoró, pero usted prescribió diversos remedios y me los envió, junto con ropas acolchadas de seda. Gracias a sus reme-dios, mejoré constantemente; ya me recuperé y me siento mucho mejor que antes. El Yuga Ron del bodhisattva Maitreya2 y el Dai Ron del bodhisattva Nagarjuna señalan que si la enfermedad de uno está causada por el karma inmutable, hasta el remedio más exce-lente actuará como un veneno; pero si uno cree en el Sutra del Loto, el veneno se convertirá en medicina. Aunque Nichiren es indigno, propaga el Sutra del Loto; por lo tanto, las funciones demoníacas han competido para privarlo de alimentos. Ya que lo comprendo bien, no lo lamento, pero creo que esta vez sobreviví sólo gracias a que el buda Shakyamuni lo envió a usted en mi ayuda.

Con respecto a otro tema, estaba sumamente preocupado por su viaje de regreso, la última vez, y fue una inmensa alegría escuchar que había llegado a salvo a Kamakura. Era tan grande mi ansiedad, que a todos los que llegaban de Kamakura les preguntaba qué sabían de usted. Uno me dijo que lo había visto en Yumoto, y otro me comentó que lo había encontrado más lejos, en Kozu. Cuando un tercero me dijo que lo había visto en Kamakura, sentí un inmenso alivio. De hoy en adelante, no me venga a ver, a menos que sea absolutamente imprescindible. Cuando tenga algo urgente que informarme, envíe a un mensajero. En verdad, me preocupé muchísimo a raíz de su último viaje. Para poder atacarlo, el enemigo tratará de sorprenderlo desprevenido. Si tiene que viajar, no escatime gastos y monte en un buen caballo. Que sus mejores soldados lo acompañen, para defenderlo de cualquier ataque sorpresivo, y elija un corcel que pueda llevarlo fácilmente aun cuando usted vista su armadura.

En el octavo volumen del Maka Shikan y en el octavo volumen del Guketsu de Miao-lo dice: “Cuanto más poderosa es la fe, mayor es la protección de las deidades”. Esto significa que la protección de las deidades depende de la fortaleza de nuestra fe. El Sutra del Loto es una filosa espada, pero su poder depende de quien la esgrime.

Entre quienes propagan este sutra en el Último Día de la Ley, ¿quién podría compararse con Shariputra, Mahakashyapa, Kannon, Myo’on, Monju y Yakuo? Shariputra y Mahakashyapa, que pertenecían a los dos vehículos, habían destruido todas las ilusiones del pensamiento y del deseo, con lo cual se liberaron de los seis caminos. Los demás, todos bodhisattvas, habían erradicado las cuarenta y una ilusiones3 y se acercaban a la perfección, como la luna de la cosecha en la noche anterior al plenilunio. No obstante, el buda Shakyamuni se negó a confiar a cualquiera de estas personas la misión de propagarlo y, en cambio, se la encomendó a los Bodhisattvas de la Tierra. Así, estos Bodhisattvas de la Tierra son los que habían forjado su fe por completo.

La madre del general Li Kuang4 fue devorada por un tigre feroz. El valeroso guerrero acechó a la bestia y la atravesó con una flecha, pero entonces descubrió que lo que había visto era sólo una roca. La flecha se había clavado en lo profundo de la piedra. Sorprendido, trató de repetir su hazaña, pero no pudo perforar la roca por segunda vez. Luego, llegó a ser conocido como el general Tigre de Piedra. La fortaleza de propósito de usted es comparable a la de él. Aunque los enemigos lo han acechado en emboscada, su fe resuelta en el Sutra del Loto le permitió repeler las persecuciones aun antes de que éstas comenzaran. Consciente de esto, usted debe fortalecer su fe con la mayor firmeza. Es imposible decir todo lo que quiero en una sola carta.

Con mi profundo respeto,

Nichiren.

De mi puño y letra.

En el vigésimo segundo día del décimo mes intercalar, en el primer año de Koan (1278).
1 Kan: Antigua unidad monetaria del Japón.
2 Maitreya: No se trata del discípulo cercano que vivió en la misma época que Shakyamuni, sino de un erudito budista del siglo III o IV, que vivió en la India. El Yuga Ron, o Yugashiji Ron (en sánsc.: Yogacarabhu-mi-sastra) es su obra principal.
3 Cuarenta y una ilusiones: Las últimas enseñanzas de Shakyamuni dividen la ilusión en cuarenta y dos categorías. La última es la oscuridad fundamental de la vida, que existe en forma innata.
4 Li Kuang (fall. 119 a.C.): General de la dinastía Han temprana. Según el Shih Chi, o Registro del historiador, cap. 109, sirvió al emperador Wu y sobresalió en arquería. La historia de su venganza contra el tigre figura en el Konjaku Monogatari Shu (Cuentos de hace tiempo), vol. 10, que relata que su madre fue asesinada por un tigre, mientras que, en otra versión, el que murió así fue su padre.
Antecedentes:

Esta carta fue escrita en octubre (intercalar) de 1278, cuando el Daishonin estaba sufriendo de una enfermedad. Evidentemente, Shijo Kingo lo había visitado para tratarlo. El Daishonin describe vívidamente las dificultades que enfrentaba en su solitario retiro y expresa su gratitud por los diversos obsequios recibidos: comida, ropa y medicamentos.

En el otoño de 1277, se había extendido por todo el Japón una virulenta epidemia, y precisamente cuando las cosas empeoraban para Kingo, el señor feudal Ema contrajo la enfermedad y estuvo a punto de fallecer. Con anterioridad, éste había privado a Kingo de sus tierras; ahora, en una condición crítica, no tuvo otra opción que pedirle a Kingo que lo tratara. Ema se recuperó rápidamente y, al año siguiente, recompensó a Kingo con generosidad devolviéndole los feudos que le había confiscado. Recuperó su plena confianza en él y le asignó tres nuevos terrenos.

Sin embargo, la vida de Kingo todavía estaba en peligro, porque sus compañeros samuráis estaban intensamente celosos, a raíz de los favores que estaba recibiendo. El Daishonin le aconseja que, en el futuro, evite el peligroso trayecto al monte Minobu. Le advierte que sea cuidadoso cuando viaje y que tenga una fe fuerte para continuar disfrutando de la protección de las funciones del universo.

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