miércoles, noviembre 07, 2007

Sobre el logro de la Budeidad


El siguiente material ha sido extraído de Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, págs. 3 a 7.
Si desea liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte que ha venido soportando a lo largo de la eternidad y lograr la iluminación suprema en esta existencia, debe percibir la verdad mística que siempre ha existido dentro de su vida. Esta verdad es Myoho-renge-kyo. Por ende, invocar Myoho-renge-kyo le permitirá captar la verdad mística en su interior.
Myoho-renge-kyo es el rey de los sutras, intachable en sus principios y en sus palabras. Estas últimas constituyen la realidad de la vida, y la realidad de la vida es la Ley Mística (myoho). Se la denomina así, porque explica la relación de inclusión mutua que existe entre la vida y todos los fenómenos. Por tal razón, este sutra es la sabiduría de todos los budas.
La vida, a cada momento, abarca el aspecto material y el espiritual; el sujeto y el ambiente de todos los seres animados, en todos los estados de la vida, así como el de todos los seres inanimados, desde las plantas, el cielo y la tierra, hasta la más diminuta partícula de polvo. La vida, a cada momento, impregna el universo y se revela en todos los fenómenos.
Quien percibe esta verdad dentro de sí corporifica esta relación. Sin embargo, aun cuando usted invoque Myoho-renge-kyo y crea en él, si piensa que la Ley se encuentra fuera de usted mismo, no está abrazando la Ley Mística, sino cualquier otra enseñanza inferior. “Enseñanza inferior” se refiere a todas las que no son este sutra, que constituyen doctrinas provisionales y transitorias. No hay ninguna enseñanza inferior que conduzca directamente a la iluminación, y, sin camino directo hacia la iluminación, usted no podrá lograr la Budeidad, aunque practique existencia tras existencia, a lo largo de innumerables eones. De tal modo, lograr la Budeidad en esta existencia resulta imposible. Entonces, cuando invoque la Ley Mística y recite el Sutra del Loto, tiene que llegar a sentir la profunda convicción de que Myoho-renge-kyo es su propia vida.
Jamás busque fuera de usted mismo ninguna de las ochenta mil enseñanzas de Shakyamuni o de los budas y bodhisattvas del universo. Aunque aprenda las enseñanzas budistas, ello no le evitará en absoluto sufrir como cualquier mortal común, si no percibe la naturaleza de su propia vida. Si busca la iluminación fuera de usted mismo, toda buena acción o disciplina perderá significado. Por ejemplo, el pobre es incapaz de juntar un solo centavo si se limita a contar la fortuna de su vecino, aunque lo haga noche y día. Por eso, Miao-lo señala: “A menos que uno perciba la naturaleza de su vida, no podrá erradicar el karma negativo”. Lo que quiere decir es que nuestra práctica se convertirá en una interminable, penosa austeridad, a menos que percibamos la naturaleza de nuestra vida. Por lo tanto, Miao-lo condena a estos estudiosos del Budismo y los llama “no budistas”. Se refiere al fragmento del Maka shikan que dice: “Aunque ellos estudien el Budismo, sus conceptos equivalen a los de personas no budistas”.
Ya sea que usted invoque el nombre del Buda, recite el sutra o tan sólo ofrende flores e incienso, todos sus actos virtuosos sembrarán beneficios y buena fortuna en su vida; con esta convicción, ponga en práctica la fe. Por ejemplo, el Sutra Jomyo dice que la iluminación del Buda debe hallarse en la vida humana; con esto, muestra que los mortales comunes podemos lograr la Budeidad y que los sufrimientos del nacimiento y de la muerte pueden transformarse en el nirvana. Además, sostiene que, si el corazón de las personas es impuro, la tierra en que viven también es impura, pero que, si el corazón de las personas es puro, su tierra también lo será. No existen dos tierras que sean pura o impura en sí mismas. La única diferencia yace en el bien o el mal de nuestro corazón.
Lo mismo sucede en el caso de un buda y un hombre común: no se trata de dos entidades separadas. Uno se llama “mortal común” mientras duda de ello; pero una vez que percibe esta verdad, puede llamarse “buda”. Hasta un espejo percudido brilla como una gema, si se lo pule y se lo lustra. Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo percudido, pero, cuando se la pule, se vuelve clara y refleja la iluminación de la verdad inmutable. Haga brotar una fe profunda y lustre su espejo día y noche, con ahínco y esmero. ¿Cómo hacerlo? Sólo invocando Nam-myoho-renge-kyo, pues la invocación es, en sí, el acto de pulir.
Entonces, ¿qué significa myo? Es, sencillamente, la naturaleza mística de nuestra vida, a cada momento, que el corazón es incapaz de captar y las palabras no pueden expresar. Cuando usted contempla su ichinen en cualquier instante, no percibe ningún color ni forma que le permitan confirmar que existe. Sin embargo, tampoco puede decir que no existe, pues todo el tiempo siente irrumpir en su mente los pensamientos más diversos. Este ichinen es una realidad insondable, que trasciende las palabras y los conceptos de existencia y de no existencia. No es existencia y tampoco es no existencia, pero exhibe las cualidades de ambas; es la realidad de todas las cosas, la entidad esencial. Myo es el nombre que recibe esta entidad mística de la vida, y ho es el que reciben sus funciones.
Para referirse a lo místico de esta enseñanza, se utiliza un ejemplo concreto, el de la flor de loto, que se denomina renge.
Cuando perciba que su propia vida es la Ley Mística, podrá comprender que ocurre lo mismo con la vida de los demás. Esa comprensión es el kyo —o sutra— místico. Es el rey de los sutras, el camino directo a la iluminación, pues explica que la entidad de nuestra vida —de la cual surgen tanto el bien como el mal— es, en realidad, la entidad de la Ley Mística. Si usted tiene profunda fe en esta verdad e invoca Myoho-renge-kyo, sin falta logrará la Budeidad en esta existencia. Por esa razón, el sutra dice: “Después de mi muerte, debéis abrazar este sutra. Quienes lo hagan, viajarán por el camino directo hacia la Budeidad”. Jamás dude en lo más mínimo; mantenga su fe y logre la iluminación en esta vida. Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo.
Respetuosamente,

Nichiren

De mi puño y letra.
Antecedentes:
Unos años después de la primera invocación de Nam-myoho-renge-kyo, Nichiren Daishonin vivía en Kamakura. En esa ciudad se encontraba la sede del gobierno (“sogunato”), y esta carta fue dirigida a un oficial que servía en el tribunal militar. Se llamaba Toki Jonin y fue un firme seguidor del Daishonin durante toda su vida. Tanto él como su esposa recibieron otras treinta cartas; entre ellas, “Carta desde Sado” y “El verdadero objeto de veneración”.
“Sobre el logro de la Budeidad” fue escrita en 1255. En ella, el Daishonin comienza equiparando Myoho-renge-kyo o Nam-myoho-renge-kyo con la verdad de la vida. A lo largo de la historia, la mayoría de las religiones han teorizado acerca de una ley o un ser supremos que trascienden el mundo físico. El Budismo enseña que la Ley y los fenómenos que observamos a nuestro alrededor son inseparables. Nam-myoho-renge-kyo, la Ley de la vida, da origen a todos los fenómenos, y todos los fenómenos son manifestaciones de Nam-myoho-renge-kyo. A eso se refiere esta carta cuando dice “la relación de inclusión mutua que existe en la vida y todos los fenómenos”. De acuerdo con la doctrina Jodo, este mundo es impuro; pero, más allá del horizonte occidental, yace una tierra pura y magnífica. Es el único paraíso al que los seres humanos pueden aspirar, y eso, sólo después de la muerte. Por lo tanto, el título de este gosho, que implica la iluminación en esta existencia, adquiere un cariz totalmente nuevo.
El Daishonin rechaza abiertamente la distinción entre el Buda y los seres humanos, al decir que no existen diferencias fundamentales entre un buda y un mortal común. Sin embargo, a una persona que sufre a raíz de su ilusión engañosa se la llama mortal común; pero, una vez iluminada, recibe el nombre de Buda. Una mayor explicación al respecto aparece en “La verdadera entidad de la vida”. Todas las personas tienen en su interior el potencial de la Budeidad; por eso, en “Sobre el logro de la Budeidad” dice: “Jamás busque fuera de usted mismo ninguna de las ochenta mil enseñanzas de Shakyamuni o de los budas y bodhisattvas del universo”. Rechaza el concepto de una “tierra pura” distante y la condena en este mundo que ello implica. Una tierra es pura o impura sólo en la medida en que son puros los hombres que la habitan. Tanto la pureza como la impureza existen en esta tierra y varían de acuerdo con la condición de vida de su población; de allí surge el principio budista de unidad entre la vida y su entorno (esho funi).
Luego, Nichiren Daishonin afirma que el único medio para liberarnos de la ilusión y despertar en nosotros la verdad inmutable de la vida es invocar Nam-myoho-renge-kyo. Al hacerlo, creamos un lazo indisoluble con la vida del Buda original, y, a través de él, puede fluir la preciosa herencia de la iluminación.
Más adelante, define el significado literal de myoho o la Ley Mística que es Nam-myoho-renge-kyo. La vida es eterna y repite, continuamente, las dos fases de vida y muerte. En el estado manifiesto (vida) exhibe la cualidad de “existencia”, y en el estado latente (muerte), la cualidad de “no existencia”. Pero la verdadera naturaleza de la vida es mucho más profunda que cualquier conclusión a la que lleve alguno de estos dos conceptos. Myo, que significa ‘místico’, indica la esencia de la vida que no puede aprehenderse con la lógica ni percibirse a través de los sentidos. Ho, o ‘Ley’, indica las manifestaciones de la vida que funcionan de acuerdo con diversos principios naturales. El Daishonin explica que la vida misma es la entidad del Camino Medio, la realidad de todas las cosas; en otras palabras, Nam-myoho-renge-kyo.
Estos conceptos, que constituyen el núcleo fundamental de su filosofía, deben ser estudiados a fondo y utilizados en la práctica, si se desea iluminar la oscuridad innata del ser y convertirla en iluminación, en esta existencia.

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