sábado, diciembre 22, 2007

Felicidad en este Mundo

La Felicidad en Este Mundo

Este mundo es un lugar para disfrutar

Nosotros, los practicantes del Budismo de Nichiren Daishonin, al recitar el sutra en nuestra práctica del gongyo, leemos el pasaje “shujo sho yuraku” varias veces al día. Este pasaje aparece en la porción en verso del “jigage” del capítulo “Duración de la vida” (decimosexto) del Sutra del Loto. Esta frase se traduce al español como “donde los seres vivientes disfrutan en tranquilidad”.

En términos simples, quiere decir que el mundo donde vivimos es una “Tierra del Buda”. El lugar donde vivimos y trabajamos, comemos y dormimos, es un lugar para disfrutar y para estar en tranquilidad. Por esta razón, a menudo es referido como “la felicidad en este mundo”.

La experiencia nos dice que, si bien el mundo real ofrece algo de placer, vivir en él ocasiona muchas dificultades y apuros. Y, en realidad, muchos perciben
el Budismo como algo que tiene muy poco que ver con la alegría y el placer, y más bien lo consideran como una enseñanza de estricto régimen y disciplina.

Para esas personas, estas palabras del capítulo “Duración de la vida” pueden resultar algo sorprendentes. Entonces, específicamente, ¿qué nos enseña la frase “donde los seres vivientes disfrutan en tranquilidad”?

Para la mayoría de nosotros, la palabra “disfrutar” trae a la mente alguna suerte de juego o recreación. Y el término chino traducido como “disfrutar” en esta frase también puede representar algo de “juego”. Desde nuestra juventud, para la mayoría de nosotros, el juego ha sido siempre una frágil oportunidad, interrumpida con gusto por nuestras madres y padres con frases tales como, “¡Deja de jugar y haz tus tareas!”.

Y, obviamente, nadie es más inútil que un adulto que no hace más que jugar todo el día, cualquiera sea el deporte o pasatiempo. De otro lado, la idea de “trabajar bien, jugar bien” es una tradición en nuestra cultura. “Trabajar demasiado agota a cualquiera”, un dicho muy utilizado que se hizo de mala fama en la película The Shining, es parte de la ética de trabajo saludable en los Estados Unidos.

Una rama de la psicoterapia conocida como “ludoterapia” reconoce que el juego puede realzar el crecimiento emocional en los niños e incluso en los adultos. Y son muy pocos los que cuestionarían el hecho de que el juego, en la forma de los deportes, promueve el desarrollo físico y la capacidad para trabajar en equipo.

De esta manera, el juego o el placer tienen un valor positivo y negativo. De un lado, sugieren romper con la rutina diaria, es una oportunidad para aliviar el estrés y la tensión que trae la vida. Pero convertirlos en una parte integral de esa rutina diaria, parece una contradicción. El juego, cuando se convierte en una regla, en lugar de una excepción, en realidad puede terminar siendo una pesada responsabilidad. Tal como escribió Shakespeare, “Si todo el año fuese
sólo feriados festivos, practicar deportes sería tan tedioso como el trabajo” (Prince Henry, en Henry IV, Pt. 1, acto 1, sc. 2.).

Además, cuando afrontamos un problema de muy compleja solución, es difícil disfrutar genuinamente, aunque haya tiempo para hacerlo.

Volviendo al Sutra del Loto, en el tercer capítulo, “Parábolas y semejanzas” encontramos el pasaje, “Los hijos, en ese momento, danzaron de alegría, montándose en los carruajes enjoyados, recorriendo en todas direcciones, deleitándose y entreteniéndose”. Esto proviene de la parábola de la Carreta del Gran Buey Blanco. En la parábola, los hijos representan a las personas comunes del mundo, y los “carruajes enjoyados” tirados por bueyes blancos, al Sutra del Loto. El padre, que lleva la gran carreta para atraer a sus hijos fuera de la casa en llamas (este mundo lleno de sufrimientos) representa al Buda. Del pasaje citado se infiere que la función de un Buda –y de la enseñanza de un Buda– es hacer posible que las personas que están consumiéndose en las "llamas” del sufrimiento, disfruten libremente de la vida sin restricción u obstáculo alguno.

Nichiren Daishonin escribe a sus seguidores Shijo Kingo y su esposa, “Dondequiera que su hija juegue o retoce, nada podrá hacerle daño; estará libre de todo temor, como el rey león” (PE-1, 120).

“Juegue o retoce”, aquí, sugiere un estado de vida en el cual, sean cuales fueren las circunstancias o condiciones, podemos disfrutar de la vida con
confianza y vitalidad, con coraje y dignidad, como el león que es el rey entre todos los animales. Es una clase de disfrute mucho más sustancial, que sólo se puede tener suprimiendo todo trabajo, estudio o dejando atrás todas las responsabilidades. Es la capacidad para emprender nuestro trabajo con energía y compostura, sin sentido de inseguridad, limitación o restricción alguna.

Este estado de vida, libre y seguro de sí mismo, es al que se refiere el Daishonin cuando dice “juegue o retoce”, y es también lo que el sutra indica con “disfrutar en tranquilidad”.

El término chino, y también el japonés, para “infierno” se traduce directamente como “prisión de la tierra”. La idea de una prisión sugiere un estado de restricción y limitación”, donde ha desaparecido todo sentido de libertad. El estado de “disfrutar en tranquilidad” es todo lo opuesto a esto.

Nichiren Daishonin asocia “el disfrute y la tranquilidad” con la iluminación. Él dice, “No existe felicidad mayor para los seres humanos que invocar Nam myojo renge kyo” (PE-1, 165).

Aquí, felicidad es una traducción del término yuraku. Esta es la misma palabra que, en el contexto del sutra, es traducida como “disfrutar en tranquilidad”. Cuando invocamos daimoku al Gojonzon, que fue inscrito para la felicidad de toda la humanidad, hacemos emerger la innata condición de la Budeidad. Esto nos posibilita “disfrutar en tranquilidad” dondequiera que estemos y en cualquier circunstancia.

El propósito de la vida y el Budismo no es simplemente crear circunstancias “placenteras”. Más bien, es crear dentro de nosotros mismos la capacidad para disfrutar al máximo de todo en la vida y para estar en tranquilidad bajo cualquier circunstancia. Es natural que enfrentemos problemas, desafíos, reveses y decepciones en la vida. Pero la fe en el Budismo significa que cuando ocurren tales cosas, invoquemos daimoku con persistencia y determinación. Esto hace que surja la sabiduría con la cual podemos hacer que las cosas se muevan en una dirección positiva.

Respecto a vivir en este mundo, que está lleno tanto de sufrimientos como de alegrías, Nichiren Daishonin dijo, “Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar. Considere el sufrimiento y la alegría como hechos de la vida y continúe invocando Nam myojo rengue kyo, pase lo que pase”. (PE-1, 167-8).

En ninguna parte, el Budismo enseña que la vida esté libre de sufrimientos o problemas, o que la vida deba ser una sucesión de circunstancias favorables. En realidad, ese tipo de vida no existe; y aún cuando existiera, como lo sugiere Shakespeare, lo más probable es que se haga muy tediosa. En verdad, el Budismo nos alienta a pararnos con confianza en un mundo y sociedad en los que se entrelazan alegrías y sufrimientos, y a desarrollar una condición de vida tal, que nos permita disfrutar de todo lo que encontremos.

Este estado de vida –la capacidad para “disfrutar en tranquilidad”, imperturbables ante las fluctuaciones externas– es lo que el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, llamaba “felicidad absoluta”. Es absoluta porque es creada por uno mismo. Nosotros la creamos. No depende de algo o de alguien. El propósito y la meta de la oración y práctica diarias, y de nuestras actividades para enseñar el Budismo a otros, es crear ese mundo interior de profundo disfrute y tranquilidad.

Publicado en la revista Living Buddhism, Febrero 2000

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