El estado de Éxtasis es, esencialmente, una condición de alegría arrebatadora. Nichiren Daishonin dice: “La dicha es el estado de Éxtasis”. Todos tenemos innumerables deseos y la satisfacción que sentimos cuando se cumplen estos deseos es la experiencia del estado de vida de Éxtasis.
A cada deseo lo acompaña una clase de alegría específica. Por ejemplo, hay deseos primarios como comer y dormir, hay un deseo puramente intelectual, que trasciende el mundo del deseo; existe el deseo de belleza, el deseo espiritual de lograr un estado de vida sublime.
Sin embargo, esta alegría o satisfacción, se desvanece con el paso del tiempo e incluso puede desaparecer abrupta y totalmente. Es efímera y vulnerable a influencias externas. Por tanto, el estado de Éxtasis , no es el estado fundamental de una felicidad auténtica o duradera, sino de una felicidad relativa o temporal.
Pero cuando nos encontramos en este estado, olvidamos la realidad de la vida y queremos creer que esta alegría durará para siempre. Embriagados por el momento que estamos viviendo, creemos que hemos alcanzado lo máximo. Nuestra vida se estanca y, cuando desaparece la que creíamos la causa de nuestra dicha, caemos, frecuentemente, en los estados más bajos.
Desde esta perspectiva, hasta el estado de Infierno es mucho más eficaz porque nos abre los ojos a la realidad de la vida.
El estado de “Éxtasis” también se designa “Cielo”(en japonés ten), y deriva del vocablo sánscrito deva. Esta palabra define el plano donde habitan los seres celestiales, y también se traduce como “deidad”. Originalmente significaba “brillo”, en el sentido de irradiar luz.
En el budismo, este “cielo” no se concibe como un sitio adonde la vida de uno va a parar después de la muerte, sino como un estado que se experimenta en vida, a cada momento. El mundo de los seres celestiales significa el estado de satisfacción que experimentan las personas cuando realizan sus deseos.
De estos Diez Estados, los seis que van desde el Infierno hasta el Éxtasis se denominan “seis senderos”, o “seis mundos inferiores”. Tienen en común que su aparición o desaparición están condicionadas a circunstancias externas. En circunstancias favorables, cuando nuestros deseos se realizan, experimentamos el estado de Éxtasis. En medio de un ambiente sereno, disfrutamos del estado de Humanidad. Cuando, inevitablemente, las condiciones favorables cambian o cesan, a menudo caemos en el estado de Infierno o de los espíritus hambrientos.
Si nos mantenemos en cualquiera de estos seis estados, no podremos manifestar ni experimentar ninguna libertad personal genuina.
CURSO BUDISMO BÁSICO XIV
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