jueves, febrero 28, 2013

El invierno siempre se convierte en primavera.



El invierno siempre se convierte en primavera
¿Cómo podrían crecer las plantas, si el Sol y la Luna no estuvieran en los cielos? Por lo general, los niños tienen un padre y una madre, y, cuando falta uno de los dos, la vida se les vuelve difícil. Su esposo tuvo que dejar una hija, un hijo enfermo y una esposa, usted, que sufre de salud débil. ¿A quién pudo haberle confiado su familia, antes de marcharse de este mundo? Al término de su vida, el Buda sé lamentó: "Estoy por ingresar en el nirvana. Lo único que perturba mi corazón es el rey Ajatashatru". Entonces, el bodhisattva Kashyapa [1] le preguntó: "Ya que la misericordia del Buda es imparcial, su pesar en la hora de la muerte debería originarse en la misericordia hacia toda la humanidad. ¿Por qué hace diferencias con Ajatashatru?". Y el Buda respondió: "Supón que una pareja tiene siete hijos, y uno de ellos se enferma. Aunque los padres amen a todos sus hijos por igual, se preocuparán más por el hijo enfermo".[2] T'ien-t'ai citó este fragmento en su Maka Shikan. Para el Buda, todas las personas son sus hijos. Así como los padres se preocupan más por sus hijos enfermos, entre las personas, el Buda se aflige más por el hombre malévolo, capaz de asesinar a sus propios padres y de albergar enemistad hacia las enseñanzas del Buda. El rey Ajatashatru fue gobernante de Magadha. Asesinó a su padre, el rey Bimbisara, poderoso protector de Shakyamuni, y se hizo enemigo del Buda. En consecuencia, los cielos lo abandonaron, el Sol y la Luna marcharon fuera de ritmo, y la tierra se sacudió violentamente, como si quisiera expulsarlo de ella. Todos sus súbditos terminaron por oponerse al Budismo, y los reinos vecinos comenzaron a atacar Magadha. Todo esto pasó porque el rey Ajatashatru aceptó al perverso Devadatta como maestro. Finalmente [en el decimoquinto día del segundo mes], le brotaron llagas de lepra en todo el cuerpo. Y le pronosticaron que moriría y caería en el Infierno del sufrimiento incesante en el séptimo día del tercer mes. Entristecido por esta situación, el Buda se negaba a entrar en el nirvana. Y se lamentaba: "Si puedo salvar al rey Ajatashatru, también tienen salvación todos los demás hombres perversos".
Su difunto esposo tuvo que dejar una hija y un hijo enfermo. Le habrá preocupado muchísimo que su esposa, una mujer mayor y débil como un árbol marchito, tuviese que quedar sola para velar por los hijos. Y las persecuciones que acaecieron a Nichiren también habrán pesado en su corazón. Ya que las palabras del Buda no son falsas en ningún sentido, el Sutra del Loto se propagará sin falta. Como su esposo lo sabía, tiene que haber sentido que algo maravilloso sucedería y que este sacerdote, algún día, sería sumamente respetado. Cuando fui exiliado, él se habrá preguntado cómo fue que el Sutra del Loto y las jurasetsu permitieron que esto sucediera. Si aún viviese, ¡qué feliz se sentiría de ver que perdonaron a Nichiren! ¡Qué feliz estaría de ver que mis predicciones se cumplieron, ahora que el Imperio Mongol atacó el Japón y que el país enfrenta esta crisis! Así son los sentimientos de los mortales comunes.
Los que creen en el Sutra del Loto son como el invierno, que jamás deja de convertirse en primavera. Nunca he visto u oído que el invierno retroceda y se convierta en otoño. Ni he escuchado, tampoco, que ningún creyente en el Sutra del Loto siga siendo un mortal común. Un fragmento del sutra afirma: "Entre los que escuchan esta Ley, no hay uno solo que no alcance la Budeidad".Su difunto esposo tuvo que dejar una hija y un hijo enfermo. Le habrá preocupado muchísimo que su esposa, una mujer mayor y débil como un árbol marchito, tuviese que quedar sola para velar por los hijos. Y las persecuciones que acaecieron a Nichiren también habrán pesado en su corazón. Ya que las palabras del Buda no son falsas en ningún sentido, el Sutra del Loto se propagará sin falta. Como su esposo lo sabía, tiene que haber sentido que algo maravilloso sucedería y que este sacerdote, algún día, sería sumamente respetado. Cuando fui exiliado, él se habrá preguntado cómo fue que el Sutra del Loto y las jurasetsu permitieron que esto sucediera. Si aún viviese, ¡qué feliz se sentiría de ver que perdonaron a Nichiren! ¡Qué feliz estaría de ver que mis predicciones se cumplieron, ahora que el Imperio Mongol atacó el Japón y que el país enfrenta esta crisis! Así son los sentimientos de los mortales comunes. Los que creen en el Sutra del Loto son como el invierno, que jamás deja de convertirse en primavera. Nunca he visto u oído que el invierno retroceda y se convierta en otoño. Ni he escuchado, tampoco, que ningún creyente en el Sutra del Loto siga siendo un mortal común. Un fragmento del sutra afirma: "Entre los que escuchan esta Ley, no hay uno solo que no alcance la Budeidad".[3]
Su esposo dio la vida por el Sutra del Loto. Su único sustento dependía de un pequeño feudo que le fue confiscado a causa de la fe. Seguramente, eso equivalió a dar la vida por el Sutra del Loto. Sessen Doji ofrendó la vida por la mitad de una estrofa donde se hallaba una enseñanza budista. El bodhisattva Yakuo se quemó el codo como ofrenda al Buda. Ambos eran venerables, por eso pudieron soportar semejantes austeridades, como agua que se vierte sobre el fuego. Pero su esposo fue un hombre común que se hallaba a merced de sus sufrimientos, como papel sobre las llamas.[4] Por lo tanto, seguramente recibirá beneficios tan grandes como los de aquellos venerables. Tal vez esté observando a su esposa e hijos en los espejos del Sol y de la Luna, a cada momento del día y de la noche. Como usted y sus hijos son mortales comunes, no pueden verlo ni escucharlo, pero los sordos tampoco oyen el trueno, ni los ciegos ven la luz del Sol. Por eso, no dude de que él está muy cerca de ustedes, protegiéndolos.
Justo cuando pensaba que, de ser posible, debía ir a verla sin falta, recibí esta túnica que usted me envió. No esperaba de ningún modo tanta consideración de su parte. Ya que el Sutra del Loto es el más noble de los sutras, tal vez en esta existencia yo pueda adquirir influencia. Si esto ocurre, por favor quédese tranquila, que yo cuidaré de sus hijos; aunque en ese momento usted ya no se encuentre aquí. Mientras estuve en Sado y durante mi estancia en este lugar, usted me envió a su criado para que me atendiera. Ni en esta ni en futuras existencias podré olvidar jamás lo que ha hecho por mí. No dejaré de saldar la deuda de gratitud que he contraído con usted. Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo.
Con mi profundo respeto, Nichiren.  De mi puño y letra.
En el quinto mes del primer año de Kenji (1275). Justo cuando pensaba que, de ser posible, debía ir a verla sin falta, recibí esta túnica que usted me envió. No esperaba de ningún modo tanta consideración de su parte. Ya que el Sutra del Loto es el más noble de los sutras, tal vez en esta existencia yo pueda adquirir influencia. Si esto ocurre, por favor quédese tranquila, que yo cuidaré de sus hijos; aunque en ese momento usted ya no se encuentre aquí. Mientras estuve en Sado y durante mi estancia en este lugar, usted me envió a su criado para que me atendiera. Ni en esta ni en futuras existencias podré olvidar jamás lo que ha hecho por mí. No dejaré de saldar la deuda de gratitud que he contraído con usted. Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo. Con mi profundo respeto, Nichiren.  De mi puño y letra. En el quinto mes del primer año de Kenji (1275).
ANTECEDENTES Un año después de su regreso de la isla de Sado, Nichiren Daishonin se retiró al monte Minobu, desde donde escribió a Myoichi-ama, una seguidora emparentada con Nissho, uno de los seis sacerdotes principales. El Daishonin le envió varias cartas, y, por su contenido, podemos decir que era una fervorosa creyente, una persona muy bien educada, que tenía una constitución física débil. Esta misiva está fechada en mayo de 1275. La destinataria había perdido a su esposo y encontraba muy difícil criar sola a sus dos hijos. Nichiren Daishonin estaba preocupado por Myoichi-ama y la alentaba a no afligirse por la muerte de su marido. En un conocido pasaje, le dice que los creyentes en el Sutra del Loto son como el invierno, que nunca deja de convertirse en primavera. Esto significa que, a través de la fe en el Gohonzon, todos los sufrimientos, pueden, sin falta, convertirse en felicidad y que, sin lugar a dudas, los creyentes gozarán de un tiempo primaveral en su vida. Citas: 1. Kashyapa: Personaje del Sutra del Nirvana. No se refiere al discípulo de Shakyamuni que tenía el mismo nombre. 2. Sutra del Nirvana, cap. 20. 3. Sutra del Loto, cap. 2. 4. Se extendió el texto original para conferirle mayor claridad.
Fuente:Tomado de la web de:Budismo SGI Gosho Zenshu, pág. 1252. The Major Writings of Nichiren Daishonin, vol. 1, pág. 149.

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