miércoles, noviembre 07, 2007

CARTA A LOS HERMANOS

EL SUTRA DEL Loto es el corazón de las ochenta mil enseñanzas [1] y la esencia de las doce clases de sutras.[2] Todos los budas, ya sean del pasado, el presente o el futuro, obtienen la iluminación, porque adoptan este sutra como maestro. En todo el universo, ellos conducen a la gente con la visión que han obtenido de este vehículo supremo. Al ingresar en el reservorio de los sutras y examinar la colección completa que allí se atesoraba, pude ver que existían dos versiones de los Sutras y los tratados llevados a la China entre la era Yung-p’ing, de la dinastía Han tardía, y el final de la dinastía T’ang.[3] Había 5048 volúmenes de las traducciones más antiguas [4] y 7399 volúmenes de las más recientes.[5] Cada sutra, en virtud de su contenido, sostenía ser la enseñanza más elevada de todas. Sin embargo, la comparación revela que el Sutra del Loto es superior a todos los demás Sutras, así como el cielo lo es a la tierra. Se erige sobre ellos como una nube sobre el suelo. Si comparásemos los demás sutras con las estrellas, el Sutra del Loto sería como la Luna. Si aquellos fueran antorchas, estrellas o incluso la Luna, el Sutra del Loto sería brillante como el Sol.

Más específicamente, el Sutra del Loto contiene veinte principios fundamentales. Los dos primeros son las enseñanzas de sanzen-jintengo y de gohyaku-jintengo. Sanzen-jintengo se explica en el capítulo séptimo, titulado “Kejoyu”. Supongamos que alguien muele una galaxia hasta reducirla a polvo. Entonces, se lleva consigo ese polvo y se traslada mil galaxias hacía el este, donde deja caer una mota. Luego sigue avanzando otras mil galaxias hacia el este y allí arroja la segunda partícula. Y repite este procedimiento con una partícula tras otra, hasta terminar con todas las motas de polvo que componían su galaxia. Luego reúne todas las galaxias que recorrió en su trayecto, hayan recibido una mota de polvo o no, y, a su vez, las reduce a polvo. Dispone estas partículas en hilera y deja pasar un eón entero entre mota y mota. Cuando pasa el primer eón, ubica la segunda partícula y, luego, la tercera, hasta que hayan transcurrido tantos eones como motas de polvo había. El lapso transcurrido durante el pasaje de todos estos eones se denomina sanzen jintengo.

En este pasado remoto, indicado por sanzen jintengo, los tres grupos de discípulos de Shakyamuni, que eran hombres de Aprendizaje .entre ellos, Shariputra, Mahakashyapa, Ananda y Rahula., aprendieron el Sutra del Loto de un bodhisattva que había sido el decimosexto hijo del buda Daitsu. Sin embargo, engañados por personas malévolas, con el tiempo abandonaron el Sutra del Loto. Descendieron a las doctrinas de los sutras Kegon, Hannya, Daijuku o del Nirvana, e inclusive hasta los sutras Dainichi, Jimmitsu o Kammuryoju o a las enseñanzas del Hinayana, representadas por los sutras Agón. Prosiguieron con su declinación y, de los estados relativamente benéficos de Éxtasis o de Tranquilidad, finalmente cayeron en los malos caminos. Durante este período de sanzen-jintengo, muy a menudo tuvieron que nacer en el infierno del sufrimiento incesante. A veces, lo hicieron en los siete infiernos principales y, con menor frecuencia, en los cien infiernos o en algunos otros.[6] En muy escasas ocasiones, nacieron en los estados de Hambre, Animalidad o Ira, y sólo al cabo de miríadas de eones pudieron volver a nacer nuevamente como seres humanos, en los estados de Tranquilidad o de Éxtasis.

El tercer capítulo del Sutra del Loto dice: “Habitan en el infierno por un tiempo tan prolongado, que termina por ser algo tan natural como jugar en un jardín, y los otros malos caminos les parecen tan familiares como su propio hogar”. Los que cometen las diez faltas graves [7] caen en el infierno de Tokatsu o de Kokujo y, allí, deben pasar quinientas existencias o mil años medidos según el tiempo del infierno. Los que cometen las cinco faltas cardinales caen en el infierno del sufrimiento incesante y, tras permanecer allí durante medio eón, vuelven a nacer en el estado de Tranquilidad.

Entonces, ¿por qué razón los que abandonan el Sutra del Loto deben caer en el infierno del sufrimiento incesante y permanecer allí durante un número de eones tan inconcebiblemente grande? La grave causa de desechar la fe en el sutra tal vez en estos momentos no parezca ser tan terrible como la de matar a los propios padres. Sin embargo, aun cuando uno matase a sus padres en una, dos, diez, cien, mil, diez mil, cien mil, un millón o mil millones de existencias, no tendría que permanecer en el infierno durante el lapso que dura sanzen-jintengo. Aun cuando uno asesinase a uno, dos, diez, cien, mil, diez mil o hasta mil millones de budas, ¿tendría que habitar en el infierno del sufrimiento incesante por un período tan largo como gohyaku-jintengo? No obstante, los tres grupos de hombres de Aprendizaje tuvieron que sufrir durante todo el período de sanzen-jintengo, y los grandes bodhisattvas, durante el tiempo de gohyaku-jintengo, a raíz de la grave falta que habían cometido al descartar el Sutra del Loto. Esto muestra cuan terrible e inconcebible es esta mala causa.

Para decirlo con términos simples, si uno descarga un golpe al aire, el puño no le dolerá, pero si lo hace contra una roca, sentirá dolor. La causa de asesinar a una persona maligna es comparativamente menos grave que la de matar a alguien bueno, que sí sería una causa muy negativa. Matar a alguien que no es de su clan es como golpear el puño contra el barro, mientras que asesinar a los padres es como embestir una roca. Un perro puede ladrar a un ciervo sin que se le parta el cráneo, pero si ladra a un león, se le pudrirán los intestinos. El ashura trató de devorar al Sol y a la Luna, y la cabeza se le partió en siete pedazos. Como Devadatta hirió al Buda, la tierra se abrió y se lo tragó vivo. La gravedad de una causa depende de a quién perjudica.

El Sutra del Loto es el ojo de todos los budas. Es el maestro eterno, incluso de Shakyamuni. Si uno descarta un ideograma o hasta un punto de él, su falta será tan grave como si hubiera asesinado a sus padres diez millones de veces o como si hubiese derramado sangre de los budas de todo el universo. Por eso, los que abandonaron el Sutra del Loto tuvieron que sufrir durante un tiempo tan largo como sanzen-jintengo o gohyaku-jintengo. Por otra parte, es sumamente difícil encontrar a alguien que enseñe el sutra tal como éste afirma. Menos difícil sería que una tortuga tuerta encontrara un fragmento de sándalo a flote en las aguas o que alguien suspendiera el monte Sumeru del cielo con una fibra extraída del tallo de un loto.

El gran maestro Tz’u-en [8] fue discípulo del sacerdote Hsüan-chuang y maestro del emperador T’ai-tsung. Fue un hombre venerable que, además de ser versado en las escrituras sánscritas y chinas, había memorizado todos los sutras del Buda. Se dice que, de la punta de su pincel, caían cenizas del Buda y que, de sus dientes, emanaba luz. Sus contemporáneos lo respetaban como si fuera el Sol y la Luna, y los hombres de las épocas posteriores lo admiraron y tomaron como guía esencial para su vida. Aun así, el gran maestro Dengyo lo denunció, con estas palabras: “Aunque alaba el Sutra del Loto, destruye su propósito”.[9] La cita significa que aunque uno intenta alabar el Sutra del Loto, finalmente acaba por destruirlo.

El sacerdote Shan-wu-wei fue rey de Udyana, en la India. Abdicó el trono, se hizo sacerdote y, en el curso de su práctica budista, recorrió más de cincuenta países de la región de la India. Finalmente, llegó a dominar todas las enseñanzas esotéricas y exotéricas del Budismo. Más tarde, fue hasta la China y pasó a ser maestro del emperador Hsüan-tsung. Desde entonces, cada uno de los sacerdotes que practicaron el Shingon, tanto en la China como en el Japón, se convirtieron en sus seguidores. A pesar de que fue una noble persona, falleció de repente, atormentado por Emma, rey del infierno, y nadie sabe por qué.

Yo, Nichiren, considero que esto ocurrió porque Shan-wu-wei fue, al principio, devoto del Sutra del Loto, pero cuando leyó el Sutra Dainichi lo consideró superior a aquel. Del mismo modo, si Shariputra, Maudgalyayana y otros fueron condenados a vagar por los malos caminos, no fue a causa de haber cometido las cinco faltas cardinales o las diez faltas graves ni fue por haber cometido ninguno de los ocho actos de rebelión.[10] En cambio, tuvieron esa retribución porque conocieron a un mal amigo que ejerció su influencia y descartaron el Sutra del Loto para abrazar la fe en enseñanzas provisionales.

Según el gran maestro T’ien-t’ai, “si uno entabla amistad con alguien perverso, su vida se corromperá”.[11] Aquí, “vida” se refiere al corazón que cree en el Sutra del Loto, mientras que “corromperse” significa traicionar la fe en el Sutra del Loto para seguir otras enseñanzas. El Sutra del Loto señala: “… pero cuando se les da la medicina, rehúsan tomarla”.[12] El gran maestro T’ien-t’ai señaló: “Los que dejaron que su vida se corrompiera no aceptaron la excelente medicina, aun cuando se les ofrecía. Perdidos en el sufrimiento, huyeron a otros países”.[13]

Como esto es así, para los creyentes en el Sutra del Loto, los que hostigan su práctica deberían ser más temibles que los bandidos, ladrones, asesinos nocturnos, tigres, lobos o leones. Más temibles, aun, que la invasión de los mongoles. Este mundo es el territorio del Demonio del Sexto Cielo. Todo el pueblo ha tenido relación con él desde el tiempo sin comienzo. Dicho demonio no sólo construyó la prisión de veinticinco reinos [14] dentro de los seis senderos y confinó allí a toda la humanidad, sino que convirtió a las esposas y a los hijos en grilletes, y a los padres y soberanos, en redes que impiden ver los cielos. Para confundir la naturaleza de Buda, que es la verdadera mente de todas las personas, les hace beber el vino de la codicia, la furia y la estupidez, y sólo los alimenta con platos ponzoñosos que los dejan postrados sobre el suelo de los tres malos caminos. Cuando se topa con alguien que tiene espíritu de búsqueda, procede a interponerse. Si se ve impotente para sumir en el mal a un devoto del Sutra del Loto, trata de engañarlo gradualmente, tentándolo hacia el Sutra Kegon, que se asemeja al Sutra del Loto. Eso hicieron los sacerdotes Tu-shun, Chih-yen, Fa-tsang y Ch’eng-kuan.[15] Entonces, los sacerdotes Chia-hsiang y Seng-ch’üan,[16] con astucia, engañaron a los creyentes en el Sutra del Loto para que depositaran su fe en los sutras Hannya. Hsüan-chuang y Tz’u-en los condujeron al Sutra Jimmitsu, mientras que Shan-wu-wei, Chin-kang-chih, Pu-k’ung, Kobo, Jikaku y Chisho los incitaron mediante engaños a creer en el Sutra Dainichi. Bodhidharma y Hui-k’o [17] los desviaron hacia la escuela Zen, mientras que Shan-tao y Honen los llevaron, con engaños, a creer en el Sutra Kammuryoju. En cada uno de estos casos, el Demonio del Sexto Cielo se apoderó de estos eruditos budistas para confundir a los creyentes en el Sutra del Loto, tal como predijo el capítulo “Kanji”: “El diablo entra en el cuerpo”.

El demonio de la oscuridad fundamental puede incluso entrar en la vida de un bodhisattva que ha llegado hasta el nivel más elevado de su práctica e impedirle lograr el beneficio supremo del Sutra del Loto: la Budeidad. Por eso, le es fácil obstaculizar a cualquiera que se encuentre en los niveles inferiores de la práctica. El Demonio del Sexto Cielo se apodera de la vida de la esposa y de los hijos de un hombre para confundirlo. También posee al soberano, para amenazar al devoto del Sutra del Loto, o hace que los padres se opongan a la fe de sus hijos creyentes.

El príncipe Siddhartha quiso renunciar a su título, pero su hijo, Rahula, ya había sido concebido. Su padre, el rey Shuddhodana, le advirtió que aguardara a que el niño naciese, antes de partir para iniciar su vida como monje. Sin embargo, un demonio retrasó el nacimiento del niño durante seis años.

En el distante pasado, Shariputra comenzó a practicar austeridades de bodhisattva durante el Último Día del buda Sendara. Ya había practicado durante sesenta eones, cuando el Demonio del Sexto Cielo se preocupó: si mantenía su práctica durante cuarenta eones más, Shariputra concluiría su práctica de bodhisattva. El diablo se disfrazó de brahmán e imploró a Shariputra que le diese uno de sus ojos. Shariputra se lo dio, pero, desde ese momento, perdió la voluntad de practicar y se rindió. Por ello, tuvo que permanecer en el infierno del sufrimiento incesante durante incontables eones. El sacerdote Kugan y otros tres monjes más engañaron a sesenta y ocho millones de creyentes, durante el Ultimo Día del buda Daishogon, para que denunciaran al sacerdote Fuji.[18] Y, como resultado, cayeron en el mismo infierno durante tantos eones como partículas de polvo hay sobre la tierra. Los hombres y mujeres del Último Día del buda Shishionno siguieron al sacerdote Shoi,[19] quien observó los preceptos, pero se mofaron de Kikon y, también, tuvieron que permanecer en el infierno durante interminables eones.

Lo mismo ocurre con los discípulos de Nichiren. El Sutra del Loto señala: “Si los celos y el odio abundan aun durante la vida del Buda, ¿cuánto peor será [lo que ocurra] en el mundo después de su muerte?”.[20] También dice: “La gente mostrará suma hostilidad [al Buda], y creer será algo extremadamente difícil”.[21] El Sutra del Nirvana explica: “No tendrá que caer en el infierno, gracias a que sufrirá muerte repentina, torturas, calumnias, humillaciones, azotes con látigos y con correas, prisión, hambre, adversidad u otras penurias relativamente menores”. El Sutra Hatsunaion señala: “Seréis pobremente vestidos y alimentados, buscaréis riquezas en vano, naceréis en una familia pobre o herética, o seréis perseguidos por vuestro soberano. Uno puede disminuir su sufrimiento y su retribución en esta existencia gracias a los beneficios que se obtienen al proteger la Ley”.

Esto significa que nosotros, los que ahora creemos en la Ley verdadera, alguna vez en el pasado hemos cometido la grave causa de perseguir a su devoto y, por lo tanto, tendríamos que estar sujetos a caer en un terrible infierno, en el futuro. Sin embargo, los beneficios que se obtienen al practicar la Ley verdadera son tan inmensos, que podemos transformar nuestro karma de terribles sufrimientos futuros, si enfrentamos penurias relativamente menores en esta existencia. Como describe el sutra, los actos contra la Ley que uno cometió en el pasado pueden hacer que nazca en una familia pobre o herética, o que sea perseguido por el soberano. “Familia herética” es la que actúa contra la Ley verdadera, y “ser perseguido por el soberano” se refiere a vivir bajo el régimen de un monarca perverso. Estos son los dos sufrimientos que hoy les toca enfrentar a ustedes. Para expiar sus acciones contra la Ley cometidas en el pasado, deben hacer frente a la oposición de sus padres, que albergan puntos de vista heréticos, y vivir en una época cuyo soberano persigue al devoto del Sutra del Loto. El sutra lo esclarece de un modo inequívoco. Alejen de sí mismos todo pensamiento contrario. Si dudan de que cometieron actos contra la Ley en el pasado, no podrán resistir los sufrimientos menores que tendrán que pasar en esta vida. En tal caso, quizá cedan ante la oposición de su padre y abandonen el Sutra del Loto, aunque no quieran hacerlo. Recuerden que, si esto sucede, caerán en el infierno del sufrimiento incesante con toda certeza e, incluso, arrastrarán a él a sus padres, con lo cual todos padecerán un dolor indescriptible. Tener un firme espíritu de búsqueda, justamente, significa mantener una práctica correcta, basada en esta grandiosa visión.

Cada uno de ustedes ha mantenido su fe en el Sutra del Loto; por eso, pueden librarse de las pesadas causas negativas cometidas en el pasado. Por ejemplo, cuando el hierro es forjado al rojo, las impurezas del metal afloran a la superficie. Cuando una roca es expuesta a las llamas, se reduce a cenizas, pero, bajo el fuego, el oro alcanza su punto de pureza. Esta persecución, más que nada, demostrará que la fe de ustedes es genuina, y, sin falta, las Diez Deidades del Sutra del Loto (jurasetsu) los protegerán. El demonio que se presentó ante Sessen Doji para someterlo a prueba fue, en realidad, Taishaku. La paloma que salvó el rey Shibi fue Bishamon. Incluso es posible que las Diez Deidades hayan poseído a sus padres para poner a prueba la fe de ustedes. Cualquier debilidad será causa de arrepentimientos. El carro que vuelca en el camino es una advertencia para los que vienen detrás.

En una época como ésta, lo único que puede hacerse es buscar el camino verdadero con todas las ansias. Uno puede aborrecer de este mundo, pero no escapar de él. Todos los japoneses, sin falta, tendrán que vérselas con una terrible calamidad en el futuro cercano. La asonada [22] que estalló el undécimo día del segundo mes, en el noveno año de Bun’ei (1272), fue como una lluvia de flores que vuelan con la tormenta o como rollos de seda que arden en un infierno. ¿Hay alguien que pueda no abominar de un mundo como el nuestro?

En el décimo mes del undécimo año de Bun’ei (1274), el pueblo de las islas de Iki y de Tsushima fue aniquilado de un golpe. ¿Cómo podemos decir que no es asunto de nuestra incumbencia? ¡Qué congoja habrán sentido los soldados que partieron para enfrentar al invasor! Tuvieron que alejarse de sus padres ancianos, de sus hijos pequeños, de sus jóvenes esposas y de sus hogares añorados, para ir al frente a defender un mar extraño y amenazador. Veían nubes sobre el horizonte e imaginaban que eran los estandartes del enemigo. Veían barcos pesqueros y, paralizados de miedo, creían que eran los navíos de guerra de los mongoles. Una o dos veces al día, escalaban las colinas para otear el mar. Tres o cuatro veces durante la noche, ensillaban y desensillaban los caballos. Sentían, en su propia vida, la tenebrosa realidad de shura.[23] Todo esto, y las persecuciones que también ustedes sufrieron, debe atribuirse, en definitiva, al hecho de que el soberano de este país se ha convertido en enemigo del Sutra del Loto. Su oposición fue instigada por los sacerdotes calumniadores que siguen los preceptos del Ritsu, el Hinayana, el Nembutsu o las doctrinas del Shingon. Deben soportar esta prueba y lograr los beneficios del Sutra del Loto. Yo, Nichiren, también llamaré a las deidades budistas a viva voz. Ahora, más que nunca, no deben sentir ni demostrar el mínimo temor.

Las mujeres poseen determinación débil; probablemente sus esposas ya se hayan rendido. Pero ustedes tienen que apretar los dientes y no dejar que su determinación se debilite. Sean tan resueltos como yo, Nichiren, cuando enfrenté a Hei no Saemon. A pesar de que no transitaban el camino de la iluminación, los hijos de los señores feudales de Wada y de Wakasa,[24] así como los guerreros que siguieron a Masakado [25] y a Sadato,[26] lucharon hasta morir, con tal de preservar su honor. La muerte nos llega a todos, aunque no suceda ninguna calamidad. Por lo tanto, nunca deben ser cobardes ni ponerse en ridículo.

Estoy sumamente preocupado por ustedes dos. Por eso, relataré una historia que les será importante conocer. Se trata de dos príncipes llamados Po-i y Shu-ch’i, hijos del rey de Hu-chu, en la China. El padre había concedido la corona al hermano menor, Shu-ch’i. Sin embargo, muerto el rey, Shu-ch’i rehusó ascender al trono. Po-i lo instó a que aceptara, pero Shu-ch’i insistió en que la corona debía ser para Po-i, el hermano mayor. Po-i insistió, preguntando cómo podía ser que Shu-ch’i contrariase la voluntad de su padre. Aunque el menor aceptaba que el Rey lo había designado a él como sucesor, sin lugar a dudas, seguía negándose a aceptar el trono, con el argumento de que no podía dejar a un lado a su hermano mayor. Ambos abandonaron el reino de sus padres y viajaron a otro, donde ingresaron en el servicio del rey Wen, de la dinastía Chou. Al poco tiempo, este reino fue atacado y el rey Wen murió a manos del rey Chou, de la dinastía Yin. Antes de que transcurrieran cien días desde la muerte de su padre, el hijo de Wen, el rey Wu, se preparó para librar batalla contra el rey Chou. Pero Po-i y Shu-ch’i, tirando de las riendas de su caballo, trataron de disuadirlo. “Debes guardar duelo durante tres años, a partir de la muerte de tu padre. Si ahora inicias una guerra, deshonrarás su nombre”. El rey Wu se enfureció al escuchar esto y se dispuso a matarlos a ambos, cuando se lo impidió T’ai-kung Wang, ministro de su padre fallecido.

Los dos sintieron tal desencanto, que no quisieron tener nada más que ver con este rey. Por eso, partieron al monte Shou-yang a recluirse, y allí subsistieron a fuerza de comer helechos. Un día, una persona llamada Ma-tzu pasó por el lugar y les preguntó: “¿Por qué os habéis recluido en un sitio así?”. Ellos le contaron la historia, y Ma-tzu respondió: “Pero, si eso es verdad, ¿no pensaron que estos helechos también pertenecen al Rey?”. Al oír este reproche, de inmediato dejaron de comer las plantas.

No es propio del cielo abandonar a los hombres sabios. Por tal razón, en ese momento apareció una deidad celestial, con la forma de una cierva blanca, y les ofreció beber su leche. Cuando el animal se marchó, Shu-ch’i dijo: “¡Si la leche de la cierva blanca es tan dulce, su carne debe saber todavía mejor!” Po-i trató de hacerlo callar, pero el cielo ya había oído sus palabras y los abandonó de inmediato. Y, por eso, con el tiempo se murieron de hambre. Aunque una persona actúe sabiamente durante toda la vida, una sola palabra imprudente puede ocasionarle la ruina. Como ignoro qué pensamientos pueden poblar su corazón, me preocupo seriamente por ustedes.

Cuando el buda Shakyamuni era príncipe, su padre, el rey Shuddhodana, no pudo tolerar la pérdida de su único heredero y, por lo tanto, no le permitió renunciar a su estirpe real. El Rey mantuvo dos mil soldados apostados en los cuatro portales de la ciudad para impedirle que se marchara. No obstante, el príncipe finalmente se fue del palacio, contra la voluntad de su padre. En general, el deber de un hijo es obedecer a sus progenitores, pero, en el camino hacia la Budeidad, no seguirlos puede, a la larga, ser la forma de retribuirles de verdad lo que ellos han hecho por uno. El Sutra Shinjikan explica la esencia de la piedad filial del siguiente modo: “Al renunciar a las obligaciones e ingresar en el nirvana, uno puede saldar completamente sus deudas de gratitud”. Es decir que, para entrar en el camino verdadero, uno deja su hogar, contra la voluntad de sus padres, y alcanza la Budeidad. Así, puede retribuir de verdad los favores recibidos de ellos.

Del mismo modo, en los asuntos mundanos, si los padres de uno instigan a la rebelión, no es propicio seguirlos. Esto se menciona en la escritura confuciana Clásico sobre la piedad filial. Cuando el gran maestro T’ien-t’ai comenzó a meditar sobre el Sutra del Loto, las apariciones de sus padres fallecidos se le posaron sobre las rodillas y trataron de impedir su práctica del Budismo. Esto fue obra del Demonio del Sexto Cielo, que adoptó la forma de su padre y de su madre para oponerse a él.

Acabo de citar la historia de Po-i y de Shu-ch’i. Hay una lección más que tendrían que aprender de la Historia. El emperador Ojin, quien ahora es el bodhisattva Hachiman, fue el decimosexto gobernante del Japón. El emperador Ojin tuvo dos hijos: el primero fue el príncipe Nintoku, y el segundo, el príncipe Uji. El emperador transfirió la corona a Uji, el hermano menor. Cuando el padre falleció, Uji pidió a su hermano mayor que ocupara el trono, pero éste le reprochó la actitud, con estas palabras: “¿Cómo te niegas a cumplir con la voluntad de nuestro padre?”.

Discutieron una y otra vez, y por tres años nadie se hizo cargo del trono. A raíz de esto, el pueblo padecía un dolor indescriptible. Era como una maldición que se cernía sobre el país, hasta que, un día, el príncipe Uji pensó: “Mientras yo viva, mi hermano no ocupará el trono”. Entonces, se suicidó. Frente a esto, el príncipe Nintoku se vio desgarrado por el pesar, y su vida se sumió en la angustia. Al ver esto, el príncipe Uji regresó a la vida, para dar aliento a su hermano, y luego volvió a morir. Se dice que, cuando por fin Nintoku se hizo cargo del trono, el pueblo retornó a la paz y recibió ochenta barcos cargados de tributos, de los tres reinos coreanos de Silla, Paekche y Koguryo.

En otros casos, la relación entre los hijos de sabios reyes no fue tan armoniosa. ¿Qué vínculos les han permitido a ustedes, hermanos, continuar en tan buenos términos? ¿Serán la manifestación de los príncipes Jozo y Jogen, o de los bodhisattvas Yakuo y Yakujo?[27] Cuando su padre desheredó a Munenaka, supuse que Munenaga se negaría a ponerse del lado de su hermano, con lo cual sería mucho más difícil reconciliar al padre con Munenaka. No obstante, si lo que me dijo Tsuruo es cierto, los dos han tomado la decisión de resolver esto juntos. No encuentro palabras para manifestar mi alegría ante esta noticia sorprendente, como ya les dije en mi carta anterior. ¿Podría haber una historia más maravillosa que la de ustedes?

El Registro de las regiones occidentales habla de un ermitaño que vivió en el Parque de los Ciervos, en Benares, India, con la esperanza de adquirir poderes ocultos. Aprendió a convertir piedras en joyas y a cambiar la forma de los hombres y de los animales, pero no conseguía montar sobre las nubes ni viajar al Palacio de los Inmortales. Para lograr estos objetivos, tomó por discípulo a un hombre de gran integridad. Le dio una larga espada, lo hizo ponerse de pie en una esquina de la plataforma de meditación y le dijo que retuviera el aliento sin pronunciar una sola palabra. Si el discípulo conseguía mantener silencio durante toda la noche, hasta el amanecer, el ermitaño podría adquirir esos poderes ocultos. Decidido, se sentó en el centro de la plataforma, con otra larga espada en la mano, a cantar sus invocaciones. Pero primero, hizo que el aprendiz pronunciara un juramento: “Aunque te cueste la vida, no dirás nada”. El hombre respondió: “Aunque muera, ni una palabra saldrá de estos labios”.

De este modo pasó la noche hasta que, cuando el sol iba a asomar, el aprendiz gritó, de pronto, y el ermitaño fracasó en su intento de inmediato. Recriminó al discípulo su conducta, a voz en cuello: “¿Cómo pudiste quebrar tu juramento? ¡Es deplorable!”. El discípulo, profundamente arrepentido, contó: “Me dormí un rato y, en mi sueño, mi anterior maestro se me apareció para amonestarme. Sin embargo, lo resistí sin decir palabra, pues la deuda de gratitud que tengo con usted es mucho mayor. Mi anterior maestro se enfureció y amenazó con decapitarme, pero así y todo no dije nada. Finalmente me decapitó, y cuando vi mi propio cadáver en el viaje de la muerte, sentí una aflicción indescriptible. Y, sin embargo, no hablé. Más tarde, renací en una familia de brahmanes, al sur de la India. El dolor que sentí al entrar en el útero y al salir de él fue intolerable, pero contuve el aliento y no lloré. Crecí y, cuando fui joven, contraje matrimonio. Mis padres murieron, nació mi hijo. Sentí dolor y alegría, pero no dije una sola palabra. Así viví, hasta llegar a los sesenta y cinco años. Entonces, mi esposa me dijo: ‘Si sigues negándote a hablar, mataré a tu amado hijo’. Pasó por mi mente la idea de que estaba en los últimos años de mi vida y que, si mi hijo moría, no podría concebir otro. Sentí que debía gritar y, de pronto…, desperté”.

El ermitaño dijo: “No hemos sido lo bastante fuertes. Tú y yo nos dejamos engañar por un demonio. Nuestra tarea ha concluido en el fracaso”. El discípulo se lamentó: “Fui tan débil, que mi maestro no pudo adquirir los poderes ocultos”. Pero el ermitaño repuso: “La culpa ha sido mía, pues no te advertí lo suficiente antes de comenzar”. Sin embargo, según cuenta la historia, el discípulo sintió tal aflicción por no poder retribuir los favores al maestro, que su dolor lo hizo morir miserablemente.

En la China, los poderes ocultos fueron consecuencia del Confucianismo, y en la India se los encuentra en las enseñanzas de los brahmanes. Por eso, ni siquiera se aproximan a las primitivas doctrinas Agón del Budismo Hinayana ni, por supuesto, a las enseñanzas de tsugyo, bekkyo o engyo. Entonces, ¿cómo podrían compararse con el Sutra del Loto? Los cuatro demonios [28] se oponen ferozmente incluso al logro de cosas tan superficiales. Así, pues, cuánto mayores son las tribulaciones que deberán enfrentar los discípulos del devoto del Sutra del Loto, pues éste es el primero en abrazar y el primero en propagar Nam-myoho-renge-kyo, el principio supremo del Sutra del Loto, en el Japón. Es algo imposible de imaginar o de describir con palabras.

El Maka Shikan es la obra suprema del gran maestro T’ien-t’ai y contiene la esencia de todos los sutras budistas. Durante los quinientos años posteriores a la introducción del Budismo en la China, aparecieron siete grandes maestros al norte del río Yangtzé y tres, al sur. Su sabiduría era brillante como el Sol y la Luna, y su virtud descollaba a lo ancho y a lo largo; sin embargo, tenían una gran confusión con respecto a cuales sutras eran profundos y cuales, superficiales; cuales, inferiores o superiores, o en qué orden habían sido enseñados. El gran maestro T’ien-t’ai no sólo esclareció las enseñanzas del Budismo, sino que, también, extrajo del repositorio de Myoho-renge-kyo la joya que concede los deseos, llamada ichinen sanzen, y la concedió a los pueblos de los tres países.[29] Esta enseñanza se originó en la China. Ni siquiera los grandes eruditos de la India pudieron formular un concepto así. Por eso, el gran maestro Changan escribió: “Nunca antes hemos oído una enseñanza tan lúcida como el Maka Shikan” [30] y “Ni los grandes maestros de la India se podían comparar con él”.[31] La doctrina de ichinen sanzen revelada en el quinto volumen del Maka Shikan es particularmente profunda. Si ustedes la propagan, los demonios surgirán sin falta. Si no fuera por ellos, no habría forma de saber que ésta es la verdadera enseñanza. Un pasaje del mismo volumen señala: “A medida que la práctica avanza y crece la comprensión, surgen los tres obstáculos y los cuatro demonios, y compiten entre sí para interponerse. […] No deben permitir que los atemoricen ni que influyan en ustedes. Si caen bajo su influencia, se verán conducidos a los malos caminos. Si se dejan atemorizar por ellos, no podrán practicar el Budismo verdadero”. Esta cita no sólo se aplica a mí, Nichiren, sino que constituye una guía para mis discípulos. Con el mayor respeto, incorporen esta enseñanza en su vida y transmítanla como axioma de fe para las generaciones futuras.

Los tres obstáculos a los que se refiere esta cita son bonno-sho, go-sho y ho-sho. Bonno-sho son los obstáculos a la práctica que se originan en la furia, la codicia y la estupidez; go-sho son los obstáculos que presentan la esposa o los hijos, y ho-sho son los impedimentos provocados por el soberano o los padres. De los cuatro demonios, la función del Demonio del Sexto Cielo es de esta última índole. En el Japón de hoy, ¿hay alguien que realmente se haya enfrentado a los tres obstáculos y a los cuatro demonios? Sin embargo, muchos dicen dominar el Maka Shikan. La cita “…si caen bajo su influencia, se verán conducidos a los malos caminos” no sólo hace referencia a los tres estados inferiores, sino también a los de Tranquilidad y de Éxtasis y, en general, a los nueve estados. Por lo tanto, todos los Sutras, salvo el del Loto .inclusive los Sutras Kegon, Agón, Hodo y Hannya.[32] así como los del Nirvana y Dainichi conducirán a las personas hacia los malos caminos. También, con excepción de la escuela Tendai, los adeptos de las otras siete escuelas budistas principales [33] son, en realidad, agentes del infierno que conducen a los demás hacia los caminos del mal. Hasta en la escuela Tendai hay quienes profesan la fe en el Sutra del Loto pero, en verdad, desvían a otros hacia las enseñanzas anteriores a este sutra. También ellos son emisarios del Infierno, que hacen caer a la gente en los malos senderos.

Ustedes dos, hermanos, son como el ermitaño y su discípulo. Si alguno de los dos se da por vencido en mitad del camino, ninguno podrá alcanzar la Budeidad. Son como las dos alas de un pájaro o los dos ojos de un hombre. Y sus esposas son su sostén. Las mujeres apoyan a los demás y, de ese modo, consiguen que les den apoyo. Cuando un marido es feliz, su esposa se siente colmada. Cuando un hombre es ladrón, su esposa también termina por serlo. Esto no sólo es un hecho limitado a esta existencia. El marido y la mujer tienen una relación tan íntima como el cuerpo y la sombra, como la flor y el fruto, como la raíz y las hojas, en cada existencia de la vida. Los insectos se alimentan de los árboles en que viven, y los peces beben el agua en que nadan. Si la hierba se marchita, las orquídeas se lamentan; si los pinos crecen frondosos, los robles se regocijan. Hasta los árboles y la hierba mantienen una relación tan estrecha. El hiyoku es un ave de un cuerpo y dos cabezas. Ambos picos alimentan un mismo cuerpo. Los hiboku son peces que poseen un solo ojo. Por eso el macho y la hembra deben permanecer juntos durante toda la vida. El marido y la mujer tendrían que ser así. Ustedes dos, esposas, no deberían lamentarse, aun si sus esposos las hostigaran a causa de su fe en esta enseñanza. Si ambas se unen para alentar la fe de ellos, seguirán el camino de la hija del Rey Dragón y serán un ejemplo de mujeres que alcancen la iluminación en el corrupto Ultimo Día de la Ley. Mientras puedan comportarse de este modo, pase lo que pase, yo, Nichiren, diré a los dos venerables, a las dos deidades celestiales, a las Diez Deidades y a los budas Shakyamuni y Taho que les permitan nacer como budas en cada una de sus futuras existencias. El Sutra Rokuharamitsu señala que uno debería ser amo de su mente, en lugar de dejar que su mente lo dominara.

Sea cual fuere el problema que surja, consideren que es pasajero como un sueño y sólo piensen en el Sutra del Loto. La enseñanza de Nichiren fue particularmente difícil de creer, al principio, pero ahora que mis profecías se han cumplido, los que me calumniaron sin razón han llegado a arrepentirse. Si otros hombres y mujeres se convierten en mis discípulos en el futuro, nunca ocuparán el lugar que ustedes poseen en mi corazón. Entre todos los que abrazaron la fe desde un principio, muchos la abandonaron luego, por miedo al repudio de la sociedad. Entre ellos, algunos se me opusieron con más ferocidad que los que habían actuado contra la Ley desde un primer momento. Durante la vida de Shakyamuni, el sacerdote Sunakshatra al principio creyó en el Buda, pero luego, tras abandonar la fe, calumnió con tal insidia, que ni siquiera el Buda pudo salvarlo del infierno del sufrimiento incesante. Esta carta ha sido escrita especialmente para Munenaga. También deberá ser leída a su esposa y a la de Munenaka. Nam-myoho-renge-kyo. Nam-myoho-renge-kyo.

Nichiren. De mi puño y letra.

En el decimosexto día del cuarto mes, en el duodécimo año de Bun’ei (1275).

ANTECEDENTES

Los dos hermanos Ikegami .Munenaka y Munenaga. se convirtieron al Budismo verdadero en la misma época que Shijo Kingo. El mayor, Munenaka, fue el primero en hacerlo, probablemente en 1256, y su hermano menor no tardó en seguirlo. Ambos eran oficiales del “sogunato” de Kamakura, y su padre, Yasumitsu, ocupaba un importante puesto dentro del sector de construcciones del gobierno.

Fue inevitable que ambos hijos tuvieran obstáculos, dado que su padre era un celoso seguidor de Ryokan, sacerdote principal de la escuela Ritsu y hombre muy activo en los asuntos políticos. En abril de 1275, Yasumitsu desheredó a su hijo mayor. Pero, por muy ofensiva que le hubiera parecido la fe de Munenaka, seguramente hubo otras provocaciones para que tomase una medida semejante. Desheredar a un hijo no era un asunto de poca importancia. El hijo mayor tenía el derecho a la sucesión, no sólo en cuanto a los bienes materiales, sino también en cuanto al prestigio social. Esta tradición poseía un profundo arraigo en la sociedad japonesa. El individuo prácticamente no existía fuera de su contexto familiar, y siglos de rivalidades en el seno de las familias, de enemistades y hasta de homicidios daban testimonio de la importancia que tenía asegurarse el primer lugar en el linaje, para tener derecho a la herencia. Las personas desheredadas debían hacer frente a una serie de sanciones sociales y económicas muy severas, que nos sería muy difícil siquiera imaginar en la sociedad relativamente liberal de hoy.

El Daishonin sospechaba que, en todo esto, estaba la mano de Ryokan. En efecto, al desheredar a Munenaka, el padre pensaba que, seguramente, crearía rivalidad entre ambos hijos y que, así, podría tentar al menor, más débil, a cambiar sus creencias por los territorios de su padre. A esta altura, Ryokan ya había abandonado toda esperanza de atacar a Nichiren Daishonin; sin embargo, le resultaba bastante sencillo presionar a sus seguidores. Hay pruebas de que Ryokan persuadió a Yasumitsu de que tomara medidas contra su hijo.

La “Carta a los hermanos” menciona tres modos en que los creyentes deben tomar los obstáculos, desde el punto de vista del Budismo: 1) la fe firme nos da la oportunidad de expiar el karma negativo del pasado; 2) las deidades budistas están sometiendo a prueba la fe; 3) la función del Demonio del Sexto Cielo se ha apoderado de los padres o de los demás para obstruir la práctica. El Daishonin alienta a los hermanos cuando dice que Munenaka fue desheredado a causa de su firme fe en el Budismo verdadero y que, al superar dicho obstáculo, ambos podrán transformar su karma y lograr una felicidad indestructible. Concluye que, de no ser por los obstáculos, no habría modo de saber que esta religión tiene una inmensa fuerza.

El padre de Munenaka lo perdonó, pero volvió a desheredarlo en 1277. Sin embargo, los hermanos continuaron con su práctica, tal como los había orientado el Daishonin y, en 1278, tras veintidós años de mantener la fe, convirtieron a su padre al Budismo verdadero.


Citas:

[1] Ochenta mil enseñanzas: Todas las enseñanzas de Shakyamuni. No es una cifra exacta, sino que se utiliza este número para indicar totalidad.

[2] Doce clases de sutras: Método de clasificación de las enseñanzas de Shakyamuni, según el contenido y el estilo de la exposición. Indica la totalidad de los sutras.

[3] La era Yung-p’ing comenzó en el año 58. La dinastía T’ang concluyó en 907.

[4] Se trata de los sutras traducidos inicialmente al chino por Kumarajiva (344-409) y Paramartha (499-569), que hacían hincapié en la transmisión del verdadero significado.

[5] Realizadas por Hsüan-chuang (602-664), quien puso mayor énfasis en la traducción literal.

[6] En el volumen 6 de su Hokke Gengi, T’ien-t’ai explica las ciento treinta y seis clases de infiernos: ocho infiernos principales, cada uno de los cuales posee dieciséis infiernos subsidiarios. El último y más atroz de todos es el infierno del sufrimiento incesante. El sufrimiento de uno difiere según la naturaleza y el grado de sus malas causas.

[7] Diez faltas graves: Actos expuestos en el Kusha Ron, que abarcan los tres males físicos (matar, robar y cometer adulterio), los cuatro males verbales (mentir, adular, calumniar y hablar en forma hipócrita) y los tres males mentales (codicia, furia y estupidez).

[8] Tz’u-en (632-682): Sacerdote de la dinastía T’ang y sucesor directo de Hsüan-chuang, fundador de la secta Fa-hsiang (Hosso).

[9] Hokke Shuku.

[10] Ocho actos de rebelión: Crímenes enumerados en el estatuto Taiho, que entró en vigencia en el siglo VIII en el Japón. 1) Perpetrar atentados contra la vida del Emperador, 2) conspirar para destruir las tumbas o los palacios imperiales, 3) cometer traición, 4) asesinar a un antecesor, tal como los abuelos, los padres o los hermanos mayores, 5) asesinar a otros parientes o al cónyuge, 6) incurrir en falta de respeto al Emperador o a los santuarios imperiales, 7) cometer actos contrarios al deber filial con respecto a los abuelos y 8) asesinar al maestro, al mentor o a un superior.

[11] Hokke Gengi, vol. 6.

[12] Sutra del Loto, cap. 16.

[13] Hokke Gengi, vol. 6.

[14] Prisión de veinticinco reinos: Divisiones del triple mundo del deseo, la materia y el espíritu. Otro modo de considerar los estados de vida de los seis mundos inferiores.

[15] Tu-shun (557-640), Chih-yen (602-668), Fa-tsang (643-712) y Ch’eng-kuan (738-839): Respectivamente, el fundador y los sucesivos sacerdotes principales de la escuela Hua-yen (Kegon) en la China.

[16] Chia-hsiang (549-623) y Seng-ch’üan: Chia-hsiang estableció la base de la escuela San-lun (Sanron) en la China, durante el siglo VI, pero luego se hizo seguidor de T’ien-t’ai. Seng-ch’üang fue un sacerdote de la escuela San-lun cuyas enseñanzas fueron transmitidas a Fa-lang y, de éste, a Chia-hsiang.

[17] Bodhidharma y Hui-k’o (487-593): Bodhidharma (en chino, Ta-mo) introdujo la práctica del Ch’an (Zen) en la China y fundó allí la escuela homónima. Hui-k’o fue su sucesor.

[18] Fuji: Según el Sutra Butsuzo, vivió en el remoto pasado, tras la muerte del buda Daishogon. Los seguidores de Daishogon se habían dispersado en cinco escuelas. Sólo el sacerdote Fuji mantuvo correctamente sus enseñanzas.

[19] Shoi: Vivió en el Último Día de un buda llamado Shishionno. Se dice que cayó vivo en el estado de Infierno por calumniar al bodhisattva Kikon, quien propagaba el Budismo.

[20] Sutra del Loto, cap. 10.

[21] Ib., cap. 14.

[22] Se refiere al incidente en el cual el regente Hojo Tokimune despachó tropas a Kyoto e hizo matar a su medio hermano Tokisuke, ante la sospecha de conspiración.

[23] Shura: Ira, confrontación, uno de los Diez Estados de la vida.

[24] Wada (1147-1213) y Wakasa (fall. 1247): Wada Yoshimori fue un oficial militar del régimen de Kamakura que se vio tentado a luchar contra el clan Hojo y fue muerto en la batalla, junto con toda su familia. El señor feudal Wakasa, también conocido como Miura Yasumura, fue otro oficial derrotado por la familia Hojo. Él y más de quinientos miembros de su clan se suicidaron.

[25] Masakado (fall. 940): Distinguido guerrero del clan Taira que ejerció el poder en la región oriental del Japón. En 939, se rebeló contra la corte imperial y se proclamó nuevo emperador. Sin embargo, su primo, Taira no Sadamori, aplastó sus fuerzas y lo asesinó.

[26] Sadato (1019-1062): Abe no Sadato, cabeza de una poderosa familia en la región este del Japón. Buscó establecer la independencia del régimen imperial, pero fue derrotado y murió combatiendo contra la armada imperial.

[27] Yakuo y Yakujo: Hermanos que curaban a las personas de sus males físicos y espirituales. Según el capítulo 27° del Sutra del Loto, son las corporificaciones de Jozo y de Jogen.

[28] Cuatro demonios: Ver, en el Glosario, el nombre “Tres obstáculos”.

[29] Tres países: La India, la China y el Japón.

[30] Introducción del Maka Shikan, vol. 10.

[31] Hokke Gengi, vol. 2.

[32] Kegon, Agón, Hodo y Hannya: Sutras que señalan los primeros cuatro de los cinco períodos.

[33] Siete escuelas budistas principales: Se trata de las tres escuelas del Hinayana —Kusha, Jojitsu y Ritsu— y de las cuatro escuelas del Mahayana —Hosso, Sanron, Kegon y Shingon.

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