miércoles, noviembre 07, 2007

Felicidad en este mundo


El siguiente material ha sido extraído de Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, págs. 165 a 166.
No existe felicidad mayor para los seres humanos que invocar Nam-myoho-renge-kyo. El sutra dice: “Los que habitan allí [en mi tierra] disfrutan plenamente de la vida”.1 “Disfru-tar plenamente de la vida” ¿no se refiere, acaso, a la ilimitada alegría que proviene de la Ley? Como es obvio, usted está incluido entre “los que habitan”. Y “allí” se refiere al mundo entero, dentro del cual se encuentra el Japón. “Disfrutar plenamente de la vida” ¿no sería saber que nuestra vida —es decir, la mente y el cuerpo, el sujeto y el ambiente— es entidad de ichinen sanzen y es, también, el Buda original? 2 No existe felicidad mayor que tener fe en el Sutra del Loto. Nos promete “paz y seguridad en esta vida y buenas circunstancias en la próxima”.3 Jamás permita que las dificultades de la vida lo perturben. Después de todo, nadie puede escapar de los problemas, ni siquiera los sabios y venerables.
Tan sólo invoque Nam-myoho-renge-kyo y, cuando beba sake, quédese en su casa junto a su mujer. Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar. Considere el sufrimien-to y la alegría como hechos de la vida y continúe invocando Nam-myoho-renge-kyo, pase lo que pase. ¿No sería esto expe-rimentar la ilimitada alegría que proviene de la Ley? Forta-lezca su fe más y más.
Con mi profundo respeto,

Nichiren

De mi puño y letra

En el vigésimo séptimo día del sexto mes, en el segundo año de Kenji (1276).
1 Sutra del Loto, cap. 16.
2 Buda original: El término japonés es jiju yushin. En otros textos se lo ha traducido como “Buda de la absoluta libertad”.
3 Sutra del Loto, cap. 5.
Antecedentes:
Esta carta fue escrita en Minobu, el 27 de junio de 1276, y dirigida a Shijo Kingo, cuya vida corría grave peligro. Sus compañeros de armas buscaban una oportunidad para matarlo, y su amo feudal continuaba reprobando enérgicamente su fe en el Budismo verdadero. El Daishonin alienta a Shijo Kingo a soportar sus dificultades y obtener la felicidad verdadera que, inevitablemente, se adquiere cuando uno vive con fe en la Ley Mística.

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